De pronto, aparece su amiga, la Niña del Pelo Rizado, hija de una vecina; se percibe apenas su figura al otro lado del recinto, semioculta por un par de matorrales y una hiedra crecedera. Sin pensarlo dos veces suelta pala, cubo, tierra, hojas y lo que parecía iba a ser mi enésima tarta de barro en un ficticio cumpleaños.
- ¡Mamá! -grita-, ¡voy a ver a mi amiga! ¡Vuelvo en un periquito!