Carmen Cecilia Lara.
Minutos antes que cayera el palo de agua como para apaciguar los ánimos opositores que creen ya tienen agarrado a Dios por la chiva luego del acuerdo aprobado por la Asamblea Nacional (AN), no sólo extralimitándose en sus funciones sino continuando el desacato al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), oigo emisoras privadas en un transporte público del cual me estaba bajando, que parecían ya estaban cantando el himno nacional porque teníamos nuevo presidente.Como siempre los mismos actores del golpe de estado del 2002, del paro petrolero, de las guarimbas juegan con la buena fe de buena parte del pueblo venezolano, quien aún luego de múltiples errores de monta de este liderazgo opositor, todavía confía en ellos. La Asamblea Nacional con su cara bien lavada y como siempre sus diputados con cara de yo no fui, aprueban un documento lleno de incoherencias y falsedades, pasando por encima de todos los poderes y hasta mandando a la FAN a olvidar su juramento de obedecer al Presidente de la República.
Ellos, los que rompieron el hilo constitucional con el carmonazo, los que inventaron las firmas planas en el referéndum pasado, los que perpetraron el fraude para reunir el 1% de las firmas para convocar este nuevo referéndum revocatorio con rúbricas de muertos, niños, presos convictos y usurpando identidades, ahora se rasgan las vestiduras gritándole al mundo el “reestablecimiento del hilo constitucional”. La verdad que la política en este mundo es más falsa que un billete de 15 pero la de esta oposición venezolana es de una hipocresía inédita en la historia de nuestro país.
A sabiendas que los tres diputados cuestionados de Amazonas no podían reincorporarse a la AN porque todavía está pendiente la convocatoria a nuevas elecciones en ese estado debido a las irregularidades habidas, ellos deciden hacerlo sólo para llevarle la contraria, cual carajitos, al TSJ y al CNE. A sabiendas también que si no convocaba en enero el proceso refrendario, no le daban los lapsos para que en este año ocurriera el referéndum revocatorio contra el Presidente Maduro, lo deciden convocar a destiempo. Y a sabiendas que todas las irregularidades existentes en la recolección de firmas iban a ser detectadas y por supuesto condenadas por la ley, ellos las permitieron, las dejaron pasar, precisamente para crear las condiciones para un escenario como el que estamos viviendo.
La Asamblea Nacional antes de llamar a “restituir el orden constitucional”, primero debe restituir las verdaderas funciones que ese poder legislativo tiene porque se ha extralimitado. El documento aprobado el día domingo 23 de octubre es un parapeto para justificar la intervención en Venezuela. Y es que ellos no aprenden. Ahora pretenden legitimar el desacato al TSJ, desconocer la suspensión temporal al referéndum por parte del CNE debido a que tribunales de 5 estados sentenciaron contra el fraude de la MUD, lo que significa que esta organización política debe volver a recoger las firmas en esos territorios.
Pareciera que para la oposición la única mayoría que sirve es la de ellos en la Asamblea Nacional mientras nuestra mayoría cuando escogimos al Presidente no existe. Ella pretende recurrir a la legalidad para legitimar su desacato por no cumplir sentencia del TSJ en Amazonas y olvida que no es un poder autónomo. Además está aupando el delito del fraude electoral de la MUD cuando pretende obligar al estado venezolano a convocar el referéndum a pesar de los delitos cometidos en la recolección de firmas. La oposición está creando las condiciones para pedir la aplicación de la Carta Democrática de acuerdo con el gobierno de EEUU. El acuerdo de la AN es írrito, invalido pues está en desacato a TSJ y no reconoce al Ejecutivo electo por la mayoría del pueblo venezolano. El único reestablecimiento posible de la ley es que la AN acate las decisiones del TSJ y reconozca sus límites. Por ahora, tendremos que ser testigos de una AN reeditando inmadureces. Profesora de comunicación social de la UBV
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