Una anécdota antitaurina

Por Javiermadrazo

Concentración antitaurina en Bilbao

Al calor de la prohibición de las corridas de toros en Catalunya, se ha intensificado un debate, abierto tiempo atrás en el conjunto del Estado, en relación con la pervivencia de una práctica cruel, que atenta contra la vida de un animal, en un acto claro de tortura, que no se puede legitimar apelando a la tradición, a la cultura o a una supuesta fiesta nacional.  No me extenderé sobre esta cuestión porque hace exactamente dos semanas publiqué en el diario El Correo un artículo de opinión, recogido también en este blog, explicando mi postura sobre el llamado espectáculo (¿?) taurino, que jamás he comprendido.

Hoy sólo quiero compartir una anécdota, que no tendrá ningún valor estadístico, ni sociológico, pero, sin duda alguna, refleja un sentimiento social. Un amigo me llamó ayer por teléfono para contarme que acompañó a su madre de ochenta años de edad, una gran aficionada a las corridas de toros, a la plaza de Vista Alegre, en Bilbao.  A la entrada se encontraron con una manifestación antitaurina, convocada por distintas asociaciones en defensa de los animales. Una vez en el coso, mi amigo se quedó boquiabierto cuando su madre, que año tras años no se pierde una cita taurina en la capital vizcaína, le comentó que está sería su última visita a Vista Alagre.  

Tras décadas actuando como fiel seguidora, por fin,  había tomado conciencia del sufrimiento que padece el animal en la plaza. Mi amigo respiró aliviado, al igual que sus dos hermanos, porque se turnaban para poder acompañar a su madre a las corridas, tras el fallecimiento de su padre, para que ésta no fuera sola. La labor de información y sensibilización que impulsan las plataformas sociales en defensa de los animales está dando sus frutos, al igual que la decisión del Parlament de Catalunya. Es sólo cuestión de tiempo que las plazas vayan quedando vacías ante la deserción de las nuevas generaciones, el abandono de una parte de la afición incapaz ya de divertirse ante el dolor de un animal y, por supuesto, como respuesta al gran trabajo que está llevando a cabo la movilización social.