Una aproximación a la filosofía de Josep Maria Esquirol

Por David Porcel
Hace unos meses supe que el filósofo Josep Maria Esquirol había obtenido el Premio Nacional de Ensayo 2016 por su libro La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad. Mi alegría fue doble: había sido un filósofo el ganador y el filósofo era Josep Maria Esquirol. Su pensamiento, generoso, siempre amigo, con el tiempo ha ido convirtiéndose para mí en uno de esos órganos con los que Goethe aseguraba ver el mundo. Es uno de esos filósofos cuyas ideas comentas allí por donde vas, que te acompaña en las noches de tormenta y en los días de sol refulgente. Es de esas personas  -pensaba mientras lo leía- que hacen del pensamiento una forma de vida, que entregan cuanto son a los demás en forma de pensamiento.
Tenía que contactar con él, hacerle llegar mis felicitaciones, aproximarme a su pensamiento con una entrevista que descubriera algunos de los secretos de su Resistencia íntima. Muy agradecido, asintió en concedérmela, y ahora la prestigiosa Revista Ábaco la publica en su número 91-92 dedicado al centenario de la Revolución rusa. El número, conformado por casi una veintena de artículos de prestigiosos especialistas multidisciplinarios, incursiona en la profunda huella social, cultural y política que todavía permanece tras los cien años de la Revolución rusa.


Adelanto la entradilla de la entrevista, que, completa con el número, puede adquirirse desde aquí:
Pregunta: Su libro, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, nos invita a vislumbrar los cimientos que, aunque provisionales y precarios, logran soportar la vida y las relaciones humanas. Es un viaje iniciático hacia lugares olvidados por la filosofía moderna y la tecnociencia actual: la primera, demasiado preocupada en buscar fundamentos firmes y seguros; la segunda, demasiado obstinada en reducirnos a consumidores anónimos. Su libro es una invitación a mirar, a mirar al otro con la «proximidad» necesaria para que se nos revele en su cualidad de «prójimo»Respuesta. Sí, en efecto, es una llamada a mirar atentamente; a prestar atención. Atención y respeto están muy estrechamente vinculados. Incluso puede decirse que coinciden. Prestar atención no sólo, ni prioritariamente, significa agudizar la percepción y nuestra capacidad cognoscitiva, sino conseguir un cambio de actitud, a modo de un despertar y una vigilia de nuestro sentido moral. Si prestamos atención a los demás y a las cosas que nos rodean, acabaremos teniendo una actitud respetuosa para con la mayor parte de todo ello. Se dará una “aproximación” que convertirá a los demás en “prójimos”, y a las cosas y a las situaciones en la “familiaridad de la vida”.