Era 6 de enero, habían llegado los Reyes Magos cuando yo me planteaba retos y planes para este año 2011. Tenía cosillas pendientes, y quería dejar una especia de guía para no olvidar nada y para poder cumplir mis propósitos.
Hoy releo aquel post y veo que voy muy muy bien, mejor de lo que yo hubiera esperado. Soy mucho de idear y planear y poco de cumplir en ocasiones. Pero esta vez lo he tomado muy en serio. Será que los planes eran apetitosos, será que sabían me iban a llenar mucho. Estoy satisfecha, lo confieso.
Uno de los retos que tenía por delante era iniciar una actividad física que me permitiera recuperar un poquito mi forma, bastante perdida (mi espalda me pedía a gritos un reciclaje), y al tiempo servirme de "tiempo fuera", concepto que el otro día comentamos aquí.
Después de descartar gimnasios, piscinas y alguna otra actividad, me decanté por el yoga. Motivos no me faltaban: cerca de casa, me permitía ir a un horario compatible con el trabajo de mi marido, actuaría sobre mi perdida forma física, mejoraría mi actitud mental, trabajaría la relajación (tan importante para mi) y el equilibrio emocional (básico a mi modo de ver). Así que viendo que podía tener un dos por uno, cuerpo y mente se verían beneficiados, no lo dudé. Para colmo, el centro donde lo practico tiene unos precios muy asequibles para todos los públicos. Estaba claro, me estaba llamando a gritos
En Diciembre hice algunas clases de prueba y viendo que me gustaba, en enero empecé de continuo. Son ya 5 meses, y los cambios que he ido experimentando han sido notables y muy positivos.
El Yoga te permite trabajar a nivel físico, mental y emocional. No voy a contar aquí los múltiples beneficios de esta técnica, cualquiera que esté interesado puede buscar páginas web, artículos incluso libros que le detallen todo esto perfectamente. Yo os quiero acercar los efectos y ventajas que yo he encontrado con su práctica
A nivel físico:
He ganado en elasticidad de un modo muy evidente, mis músculos están mucho más tonificados, a pesar de ser una actividad que se realiza en una colchoneta, os puedo asegurar que te cansas, sudas, tu respiración se agita. Y todo se hace con dos máximas: sin dolor, y con el mínimo esfuerzo. Suena contradictorio, pero es una realidad. Poco a poco, sesión tras sesión, tu cuerpo va asumiendo las "asanas" (posturas) y gracias a la respiración, a la concentración y a la relajación vas haciendo pequeños logros que se transforman en una puesta a punto magnífica. Torsiones, estiramientos, flexiones, cada músculo del cuerpo es trabajado y tratado y todos reciben su beneficio. He mejorado mi postura, mi columna está más recta, sin curvaturas, tanto en posición de pie, como en posición sentada, lo que ha permitido que mis dolores lumbares casi desaparezcan y mis contracturas mejoren muchísimo. Soy mucho más consciente de cuando tengo una postura incorrecta. Me siento mejor al ordenador, sin tener la espalda echa un ocho. Y todo ello ayuda a que mis músculos se encuentren más relajados.
Respiración: Como sabéis soy asmática. Yo siempre he practicado mucho la relajación terapeútica, sobre mi misma y sobre otras personas. Es un método sencillo, barato y efectivo de conseguir una concentración y una intimidad con uno mismo. Pero aquí he logrado más, ser consciente de mi capacidad pulmonar, de los efectos relajantes de una correcta respiración. He aprendido a respirar mejor, a llenar mejor mis pulmones, a concentrarme y sacar partido a un acto fisiológico y natural. Me aprovecho de mi respiración para centrar mi atención en mi cuerpo y al tiempo para conseguir mayor rendimiento de él. La respiración repercute directamente en mi concentración. Y la concentración te hará llegar donde quieras, tanto a nivel físico (logro mejorar asanas y esforzarme un poquito más), como mental (logro vaciar mi mente de pensamientos y entrar en un estado de cuasi-meditación).
Como consecuencia de esta mejor técnica respiratoria mi asma ha mejorado muchísimo. Cuando sobreviene una crisis, me relajo, me concentro, respiro y logro en muchas ocasiones prescindir de los inhaladores. Para mi eso es todo un logro, os lo aseguro.
Es más, si hay algo que me pone nerviosa, o que yo noto que me tensa, comienzo a centrarme en la respiración y logro disminuir el nerviosismo o la angustia.
A nivel mental y/o emocional:
Cada sesión la empezamos y la acabamos con unos minutos de relajación inducida. La respiración es el vehículo que te sumerge donde tu elijas. Mi mundo de relax es un pequeño acantilado en una playa, donde la brisa golpea mi cara y ondula mi pelo. Siento el aire contra todo mi cuerpo, me dejo llevar por él, huelo la sal del mar, oigo las olas romper contra las rocas. Y poco a poco y gracias a mi respiración controlada consigo adentrarme en ese entorno (elegido por mi), mi cuerpo se relaja, pierdo la conciencia de mi parte física y mi respiración me transporta a ese particular paraíso. En este estado de tranquilidad y paz, comienzo mi sesión, mi recorrido por las diferentes asanas que mi estupenda monitora y profesora ha elegido para el día en cuestión. Ese estado me lleva a un mejor control de mi respiración y en consecuencia de mi cuerpo.
La sesión acaba como empezó, de nuevo me tiro de cabeza a mi paraíso, el viento sopla en mi cara, el olor a mar me inunda. Ella nos guía, nos inicia en la meditación, miro hacia adentro, solo veo mi alma, no siento mi cuerpo. Sigo oyendo el mar romper furioso, pero no me inquieta, me siento segura, en lo alto del acantilado, mis brazos se abren y mi pecho recibe toda esa paz.
Y así, en unas líneas creo que he sido capaz de explicaros lo que ha supuesto el yoga para mi. Toda esa sensación de bienestar estoy consiguiendo trasladarla a mi vida, a mis pensamientos, a mi estado de ánimo. Todavía me queda trabajo por delante, pero creo que voy por el buen camino.
¿Recomendarlo?, ¿vosotros qué creéis?. Pero da igual que sea el yoga el vehículo, podéis elegir otra cosa, siempre que os conduzca a ese estado de bienestar y paz que seguro anheláis.
Gracias Alicia, por enseñarme y mostrarme este maravilloso vehículo.