El tesón de El Langui, poniéndose delante de los buses, para exigir que el Gobierno madrileño cambiase su normativa y permitiese el acceso a todo tipo de sillas, simplemente por un derecho adherido a su condición de ciudadano, fue un paso más hacia la accesibilidad, algo que todavía resulta hasta utópico para todos aquellos que, día a día, se enfrentan no solo a barreras físicas sino también sociales.
La lucense Alexia Prieto no tiene una silla motorizada como la del rapero madrileño Juan Manuel Montilla, El Langui, pero, con su silla manual suele tener bastantes problemas cuando coge el autobús urbano porque no todas las líneas están adaptadas para que puedan subir o bajar las personas con movilidad reducida.
"Estuve meses y meses esperando a que rebajasen la acera en donde vivo, en Garabolos, porque tenía que dar una vuelta tremenda para poder aprovechar las rampas y manejarme con la silla por mí misma. Tampoco podía cruzar la calle porque me encontraba con una acera que tenía un árbol, por un lado, y la acera sin rebajar, por el otro. Hace unos días que el Concello las rebajó y ahora ya cambió bastante la cosa", explica Alexia Prieto. Enfrente de la casa de Alexia pasan cuatro líneas de buses: la 3, la 3A, la 9 y la 9A. Todos ellos son accesibles para usuarios de silla. A través de estas líneas, Alexia puede trasladarse desde Ramil hasta el campus o desde O Ceao hasta Ramón Ferreiro, pasando por el centro. Hasta ahí bien. El problema está el fin de semana.
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