Show must go on
Empezábamos nuestro primer día completo en la ciudad. Teníamos muchas ganas de recorrerla.
Nos levantamos sobre las 8:30, y a las 9:00 estábamos desayunando en el hotel. Teníamos que coger fuerzas porqué el día de hoy iba a ser muy pero que muy movido.
Alquilamos las bicis. Me fascinó ver cómo este vehículo domina una ciudad completa. En mi ciudad, mi hermana y yo no estamos acostumbrados a ir en bici ni a coger transporte público, aunque eso no nos exime de ser fan de ellos.
Otra de las cosas que me chocó mucho fue el freno. No lo tienen en los manillares, sino en el pedal, es decir, tienes que pedalear hacia atrás para frenar. En apenas 45 minutos, incluye en ese tiempo el rato que nos perdimos, llegamos al Mercado de las Flores.
Una gran decepción, eso es lo que me llevé. Mi tía no paraba de darnos la lata con que fuésemos, y que le comprásemos un tulipán. Nosotros esperábamos llegar allí y que fuese un mercado que tuviese muchas paradas con millones de tiendas. Vale, pues si la calle, que no es muy larga, tiene 10-15 tiendas solo 4-5 eran de flores. Lo demás eran souvenires.
Dimos una vuelta por los alrededores del Mercado, y volvimos a las bicis. Nuestra próxima parada era el VondelPark.
Amsterdam es una ciudad de mucho postureo, todo hay que decirlo. Muchos de sus rincones te invitan a hacerte fotos mirando a la nada, montado en la bici...
Llegamos al VondelPark. Es un parque enorme, aunque mi hermana y yo, montados en la bici, conseguimos recorrerlo todo de norte a sur.
Después de respirar tanta paz, era momento de volver al caos de las bicis del pleno centro de la ciudad. Viví mi momento más gracioso. Iba yo con mi bici tan contento mirando el canal desde un carril bici, y un chico me grito. Yo dije: a saber lo que me ha dicho, pero no tenía pinta de haberme dicho guapo. Después otro señor casi me tira de la bici, y por último una señora me grito: You're on the wrong way. Ahí todo cobró sentido. Mientras mi hermana estaba unos 500 metros detrás de mi con su pequeño percance con un holandés.
Llegamos al RijskMuseum, volví a vivir una situación similar a la de antes con la bici. La verdad que pese haber una cantidad extrema de turistas, me encantó el aire que se respiraba.
Volvimos al centro otra vez, y comimos en un KFC.
Por la tarde, era momento de ir a Oude Kerk, justo al lado del barrio Rojo. Fue uno de los momentos más emocionantes del viaje, pero al mismo tiempo estaba cometiendo una de las mayores locuras de mi vida.
A mi hermana y a mi siempre nos ha encantado el piercing de la nariz. Pasamos por delante de una tienda de piercing, y nos empezó a entrar la burrera: ¿Nos lo hacemos o no nos lo hacemos? A los 20 minutos salíamos de la tienda con la nariz perforada. Volvimos al hotel para curarnoslo y dar la noticia a mamá y papá que estaban en España y no sabían nada.
Noticia contada en España, cogimos la bici, y todavía llenos de la comida, paramos en un Starbucks para hacernos un chocolate calentito, y empezar nuestra vuelta por el barrio Rojo.
¿Y que queréis que os diga del Barrio Rojo? Es un barrio muy turístico, el gran gancho de la ciudad, pero es una lástima ver a esas señoritas expuesta como si fuesen mercancía. Vendiéndose como si fuesen sólo productos. Eso no quita, que sea un barrio que hay que visitar.
Ya nos lo habían comentado pero no nos creíamos que a nosotros nos pasara. Mi hermana iba a mi izquierda cogida de mi brazo, y un chico se le acerco y le dijo: Coca coca?
Es impresionante el negocio que hay alrededor del mundo de las drogas y el sexo en ésta ciudad.
Sobre las 11:30 volvíamos al hotel, muertos no, lo siguiente.
Lee el primer día aquí.
Feliz día
Vicent Bañuls