De entrada, el título y la sinopsis promete, más o menos. Una casa en Córcega (Pierre Duculot, 2011) es la historia de Christina, una joven que hereda de su abuela una vieja masía de la que nadie había oído hablar nunca. Llena de curiosidad por conocer más sobre su nueva posesión, decide emprender un viaje allá donde ni los mapas recogen sin mucho agrado por parte de su familia y Marco, su pareja. Hasta ahí todo normal, incluso bastante simple a primera vista.
Tras varias pericias en un viaje que aparenta ser más atormentado de lo que realmente es, encuentra una nueva forma de ver las cosas. Encandilada por el paisaje, la tranquilidad del pequeño pueblo, la vida rural y la humildad de sus vecinos, acaba por vislumbrar una nueva vida lejos de su ciudad natal, donde tiene una vida monótona y sin demasiado futuro. Volvemos a atisbar una historia bastante repetitiva y trillada en el cine. Prosigamos. No sólo encuentra una nueva forma de vida, sino un apuesto pastor con ojos de cordero degollado que se hace un hueco en el corazón de nuestra protagonista. Sí, es cierto. La historia no tiene nada de nuevo.
Y así va transcurriendo una sucesión de hechos en los que se enfrenta la vida matrimonial, monótona y aburrida con la posibilidad de emprender un nuevo camino con alguien que acaba de conocer. La disputa entre la seguridad rutinaria y la aventura de comenzar en cualquier otra parte. Entre el calor familiar o el frío de la soledad. Y, en el medio, Christina tiene que hacer frente a la visión clásica de la familia —siempre unida— para hacerles entender que no está dispuesta a vender su herencia, sino convertirla en un posible refugio para turistas.
Muchas pinceladas, disputas morales y giros de vida que no acaban por convencer. Y es que ninguno de los problemas planteados terminan de cuajar cuando nos percatamos de que ya se han resuelto, perdiendo así toda credibilidad por parte del espectador. Un largometraje de apenas hora y veinte minutos que parece inacabado, con un final abierto y un desarrollo que peca de simplicidad.
La fotografía y ambientación saca el máximo partido del bello paisaje donde transcurre la trama. Pero los múltiples personajes, aparecen y desaparecen sin llegar a ahondar en ellos más allá de apenas unas palabras, aunque el guión tampoco termina por convencer demasiado. Una historia con tonos dramáticos sin dejar de lado toques irónicos pero que necesita de unos minutos más de cocción para hacer creíble que, lo que sería para una familia real un drástico cambio en sus vidas, sea visto como una pasada de página sin más. Como si aquí no pasara nada pero recogemos lo que nos queda.
http://www.youtube.com/watch?v=oXUeP4pzwxw
Entretenida, para echar un rato ameno en horas de sobremesa y ver una película ligera. Una historia acertada si lo que buscamos es pasar el tiempo pero, cuidado, puede dejarnos con la impresión de que alguien nos la ha contado. Los trozos de historia que faltan simplemente no están.
Juanjo Sánchez