En una pequeña ciudad francesa llamada Semur, donde todo transcurre de forma tranquila, los habitantes serán expulsados de sus casas por unas ominosas fuerzas fantasmales que los obligan a abandonar la ciudad.Esta será tomada por los espíritus de los muertos y los ciudadanos permanecerán a las afueras hasta que el alcalde se decide a entrar en la ciudad. Los habitantes discuten los motivos de este alzamiento hasta que, por fin, que son permitidos a regresa a sus casas.
La novela se presenta como una serie de entrevistas, escritos y opiniones de varios personajes centrales de la historia: el alcalde, su sustituto en el cargo, su esposa y su madre. Cada uno de ellos dará una versión parcial y sesgada de las motivaciones de los espíritus para tomar la ciudad. Versión centrada en la manera de pensar de cada uno de ellos.
En realidad se trata de una pequeña joyita que, a mi modo de ver (como siempre), no ha envejecido demasiado bien, pues la situación narrada no infunde ningún tipo de miedo, ni me ha hecho reflexionar acerca de las cuestiones que plantea, dado el cambio evolutivo, a peor o mejor, según se quiera ver, de la sociedad, pero que entretiene y se deja disfrutar pues es más que evidente su calidad literaria. Por eso, a pesar de que la historia no haya terminado de convencerme, considero que la autora tenía suficientemente buen oficio como para animarme a ahondar más en su bibliografía.