Cuando llegaron a Miami, en busca de la fuente de la eterna juventud (que por cierto aquí hay gente que todavía la busca), se encontraron un montón de tribus de indígenas. Los más representativos fueron los Tequesta y los Mayaimi. Y después de batallar con ellos durante un tiempo, se cansaron y se largaron. Así que aquí siguieron los indios con sus cosas de indios tan agusto, hasta que años más tarde una señora viuda con mucha pasta llamada Julia Tuttle se le ocurrió la genial idea de construir un hotel de lujo en la desembocadura del río Miami. Gracias a ello, logró que un par de empresarios, también forrados, llevaran la línea de ferrocarril hasta su hotelito. Así se fundo esta ciudad. Esto último ocurrió en 1891, o sea, antes de ayer.
Y poco más que contar. Construcción y más construcción, un poquito de Art Déco por ahí suelto y algún huracán que lo manda todo a paseo. Revolución Cubana y luego Haitiana. En los 80, la llamada The Cocaine War, que aunque parece el título de una peli de mafiosos, también forma parte de la historia de esta ciudad.
¿Demasiado resumido? Seguro. Pero es que sólo son 501 años. Igualito que
Madrid. ¡Ja!