Las ciudades están realizando importantes inversiones para modernizarse incorporando tecnología en sus procesos, servicios e infraestructuras. Los responsables públicos son conscientes de la concentración de población en las ciudades de tal modo que el crecimiento de las mismas exige una construcción de ciudad cada vez más inteligente.
¿Pero es suficiente con que una ciudad sea inteligente? Una ciudad inteligente puede ir un paso más allá y crecer en una clave, digamos… “socialmente innovadora“. En este caso, ¿qué principios, valores, misión nos encontraríamos en una ciudad digital y socialmente innovadora?
- Estaríamos ante un proyecto de ciudad que busca reducir al máximo tanto las brechas digitales como otras brechas de exclusión social. La ciudad es consciente de que las Tecnologías de la Información y la Comunicación, son la palanca para reducir muchas desigualdades sociales.
- Con una visión que contempla las características del conjunto de la ciudad, especialmente grupos potencialmente desfavorecidos, en referencia a las personas mayores, con menores niveles de alfabetización, con bajos ingresos o con discapacidad.
- Qué realiza un esfuerzo global para lograr que el conjunto de la ciudadanía aproveche plenamente el potencial de las TIC para enfrentarse, con mayor eficacia, a sus retos. Que las TIC ayuden a la ciudadanía a conocer sus obligaciones y sus deberes en un marco de igualdad.
- Que potencia la participación de la ciudadanía en la construcción de la ciudad como un factor esencial y básico. Esta estrategia debe articularse de manera longitudinal en todo el proceso de construcción de la ciudad digital y socialmente innovadora.
- Una construcción de ciudad de forma colaborativa por el número máximo de habitantes, y en donde la tecnología sirve de palanca tractora y vehículo en el proceso participativo.
- Con capacidad de generar el suficiente caldo de cultivo para la puesta en marcha de iniciativas de Innovación Social Digital, gracias a las cuales se resuelven problemáticas sociales con diferentes agentes de la ciudad de forma cooperativa.
Apostando firmemente por la generación de un tejido empresarial, de carácter social, donde no únicamente el dinero es lo importante de un negocio, sino los problemas sociales que se resuelven a través de ello. Podemos acuñar el término del e-emprendedor social. - Considerando como esencial el acceso a internet del conjunto de la ciudadanía, a bajo costo y de ser posible gratuito
- Promoviendo el O-Government para favorecer una ley de transparencia real donde la reutilización de la información del sector público por parte de la Ciudadanía sea un ejercicio común. Así la potenciación de una emprendeduría de base tecnológica que aplique inteligencia de negocio a los procesos de apertura de datos es crítico como procesos de innovación social
- Potenciando la cultura de la creatividad y la innovación en la base del crecimiento, y alcance al conjunto de la sociedad. La cultura de la innovación se instala a través de diferentes programas y estrategias en la comunidad educativa.
- Promoviendo un empoderamiento real en el uso de la tecnología por parte de la ciudadanía, para desarrollar proyectos, para comunicarse y participar de la construcción de su ciudad.
- Articulando una ciudadanía activa desde el punto de vista tecnológico y sensible a la cultura innovadora que actúa como tractora para provocar focos de interés innovadores y de generación de industrias competitivas.
Una ciudad socialmente innovadora, considera que ámbitos como el turismo y la cultura “amplifican” su valor a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, fortaleciendo a un sector creativo que se apoya en la producción digital. Igualmente ocurre con el apoyo de las pequeñas empresas y del comercio de proximidad quienes tienen que responder al ritmo de la ciudad con procesos de madurez digital que les permita ser competitivos y responder a las demandas de la ciudadanía digital.
Y por último no hay que olvidarse las periferias de las ciudades y sus zonas rurales. También forman parte de la ciudad y por lo tanto la conectividad y el desarrollo de políticas que favorezcan una equidad entre ambos territorios es fundamental para no generar ciudadanos de segunda clase por decidir vivir en zonas rurales.