Casi el 70 por ciento de los andaluces manifiestan que no quieren coaliciones de gobierno y que debería gobernar siempre la lista más votada, pero a la casta política esos deseos del pueblo, como muchos otros, les resbalan y prefieren escenificar a diario su traición a la verdadera democracia, anteponiendo el poder al bien común.
Pensar en esa posibilidad causa espanto entre los ciudadanos demócratas y en los sectores profesionales y empresariales andaluces, que ven en ese gobierno, posible tras las próximas elecciones autonómicas, una amenaza de proporciones épicas, que podría acabar con los restos de prosperidad existente y hacer retroceder décadas a la región más poblada de España.
Ese gobierno alcanzaría el poder en 2012, si el Partido Popular, favorito hoy en todas las encuestas, no ganara por mayoría absoluta las próximas elecciones.
Las experiencias existentes de gobiernos de coalición entre socialistas y comunistas son aterradoras. El mejor ejemplo es el de la ciudad de Sevilla, gobernada por el alcalde socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, con el apoyo de Izquierda Unida. Bajo esa coalición de gobierno, Sevilla se ha convertido en la ciudad andaluza donde la economía ha retrocedido más, donde más han avanzado el paro y la pobreza y donde la corrupción publica ha alcanzado niveles más nauseabundos y políticamente intolerables.
Una victoria insuficiente (sin mayoría absoluta) del PP en las elecciones de 2012 traería consigo la alianza inmediata de socialistas y comunistas, lo que equivale a reeditar, a nivel andaluz, el drama actual de Sevilla, una ciudad que fue grande en 1992, cuando fue sede de una de las exposiciones universales más brillantes de la Historia, pero que hoy está desmoralizada por la demencial política municipal y postrada por el divorcio entre el poder político y los ciudadanos y los avances del desempleo, la pobreza y la corrupción.
Con índices de paro real que superan el 30 por ciento, con un gobierno socialista despilfarrador que paga la factura mensual de 38.000 teléfonos móviles para altos cargos y amigos del poder, que se dispone a gastar ahora, en plena crisis, 2.500 millones de euros en dar clases de árabe en las escuelas, con niveles de corrupción y de intervencionismo público que la equiparan a Cuba, Venezuela y algunos países africanos, Andalucía no podría soportar el incremento de indecencia, corrupción, despilfarro e ineficacia que traería consigo un gobierno de coalición socialista-comunista a partir de 2012.