Una copa para Mourinho

Publicado el 21 abril 2011 por Futbolgol

Dos segundos. El lapso de tiempo que pasan entre que el balón sale de la bota izquierda de Ángel Di María hasta que el esférico acaricia las mallas de la meta blaugrana. En esos dos segundos Alves mira impotente como el argentino le ha ganado la carrera por banda y coloca un centro medido. En esos dos segundos Cristiano Ronaldo se eleva como un titán sobre Adriano y cabecea el cuero de forma perfecta.En esos dos segundos, Pinto intenta una estirada imposible para intentar obrar el milagro. En esos dos segundos, el Madrid olvida el esfuerzo de los cientodiez minutos anteriores. En esos dos segundos, se comienza a escribir un nuevo ciclo en el fútbol español.

Y es que, más allá del título, el Barcelona ha encontrado un rival a su altura, algo que de por sí ya supone un cambio radical de panorama en nuestro fútbol. En Valencia se disputó una de las batallas futbolísticas más épicas de la historia del fútbol patrio y el mejor clásico de los últimos años. Y el mérito hay que concedérselo a José Mourinho, que brilla como la estrella polar en el firmamento galáctico, guiando a sus marineros.

Con un dibujo similar al que formó en el Santiago Bernabéu el pasado sábado, el Real Madrid planteó un fútbol diametralmente diferente al del primer asalto contra el Barcelona. Presión en todo el campo, movilidad arriba, llegadas desde la segunda línea y Mesut Özil. El alemán se reivindicó firmando una primera parte de auténtico lujo, conduciendo las contras del Real Madrid y sirviendo a Cristiano Ronaldo dos balones de gol que el portugués se empeñó en fallar por exceso de ansiedad. Mientras, el Barcelona se estrellaba una y otra vez contra el muro que José Mourinho había colocado en el centro del campo. Messi se enredaba entre los centrocampistas blancos, Pedro y Villa chocaban con un expeditivo Arbeloa y un soberbio Carvalho. Özil apareció de nuevo antes del descanso. La bota derecha del genio alemán dibujaba un centro perfecto a la llegada de Pepe, que hizo que media España cantara un gol que no entró. El poste escupió el cabezazo del ayer centrocampista y el Barcelona acabó pidiendo la hora.

Tras el intermedio, el conjunto blaugrana salió enrabietado, intentando devolver el golpe al Madrid cuanto antes. Guardiola devolvió a Messi a sus orígenes en banda derecha, abriendo proporcionalmente el frente de ataque culé y la defensa madridista. De repente, el trivote de Mourinho perdía sentido y por las bandas el Barcelona conseguía asomarse con peligro al área de Íker Casillas. El Barcelona estaba desplegando su mejor fútbol y poco tardarían Messi, Pedro y, sobre todo, Iniesta en poner a prueba al meta blanco, que respondió como siempre, de manera soberbia. También el Madrid pondría a prueba a Pinto antes del pitido final, con un derechazo de Di María que el portuense despejaba con una mano milagrosa.

90 minutos de fútbol en estado puro. Fino estilista contra duro fajador, y el resultado seguía sin moverse. Cada equipo había dominado una mitad, y ya flotaba en el aire de Mestalla la sensación de que estábamos ante un partido épico, que sería recordado durante mucho tiempo. El nivel de fútbol bajó en el tiempo de desempate, pero no así la tensión. Cada balón era disputado como si fuera el último, cada centro al área contenía el aliente de los aficionados, cada minuto que pasaba estaba más cerca el desenlace.

Minuto 110: Marcelo cruzó el centro del campo con la pelota y se la entregó a Di María. El argentino buscó una pared con el lateral brasileño para arrancar como un fórmula 1 y superar a Dani Alves. Cristiano Ronaldo tomaba posición en el área. El público contenía el aliento. Y en los dos segundos siguientes, lo que todos ya sabemos. Cualquiera podría haberse llevado la Copa del Rey ayer, y en cualquiera de los casos, habría sido justo. Pero en un partido tan extrordinario, a veces sólo hacen falta dos segundos para ganar.