Una cuesta invadida por la literatura

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

Estos días, y hasta el próximo 16 de junio, se celebra la Feria del Libro. Un evento que devuelve a la lectura la relevancia que, por desgracia, ha ido perdiendo en nuestra sociedad actual. Sin embargo, hay un sitio en Madrid donde la literatura manda y se percibe de manera constante durante todo el año, la Cuesta de Moyano.

A orillas de la Glorieta del Emperador Carlos V, conectando el Paseo del Prado con uno de los vértices del Parque del Retiro, se ubica esta calle de no más de 200 metros cuyo nombre oficial es Calle de Claudio Moyano. Su denominación es un homenaje al político zamorano del Siglo XIX cuya escultura encontramos a los pies de la cuesta, a mano derecha. Al final de la misma, se erige la figura en bronce de Pío Baroja, uno de los impulsores de este sitio.

Lo más apasionante de la Cuesta de Moyano es que en ella se siguen conservando los usos y costumbres de otra época. Es un rincón de Madrid con sus dos pies anclado en el tiempo. Su origen lo tenemos en una feria que se realizaba cerca de Atocha desde muy antiguamente. Dentro de la misma, el gremio de los libreros optó, en 1919, por buscarse un nuevo emplazamiento y colocaron sus puestos a la entrada del Jardín Botánico. Allí permanecieron hasta 1925 cuando el Ayuntamiento les buscó una nueva y definitiva situación, la que ahora conocemos.

Desde entonces, una treintena de casetas reciben diariamente decenas de visitas que buscan libros descatalogados, rarezas, primeras ediciones o simplemente curiosear. Un lugar con un marcado sabor romántico donde podemos dar un agradable paseo siendo unos espectadores de lujo, en esta función que se repite día tras día los libros son los verdaderos protagonistas.

El escenario de esta película son sus casetas de corte clásico, un diseño que se ha querido mantener así para no romper el hechizo del lugar. Originalmente eran de madera de pino y de 15 metros cuadrados. Casi un siglo después cuentan con ‘comodidades’ como  agua o electricidad pero su esencia sigue siendo la misma. Son las únicas licencias que se han permitido tomar en relación al avance del tiempo.

Aquí son conscientes de que el olor que desprende un libro abierto y la sensación que produce el pasar cada una de sus páginas es algo que nunca podrán igualar los libros electrónicos. Pequeños e incuestionables detalles que permiten a la Cuesta de Moyano ser uno de los rincones con más sabor de Madrid.

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