Recibir la llegada de un hijo siempre es una ocasión para que exploten y convivan estrechamente la alegría y la responsabilidad. De un lado, experimentas el milagro de saberte prolongado en otra vida, en otra respiración; del otro, te ahoga la zozobra de pensar en las dificultades que el nuevo ser podrá encontrarse en la vida. Ambas pulsiones se mantienen en equilibrio de un modo tenso a lo largo de los años.Bird, el joven protagonista de esta novela de Kenzaburo Oé (traducida por Yoonah Kim, con la colaboración de RobertoFernández Sastre, para el sello Anagrama), tiene dos sueños que conviven en su espíritu: el hijo que está a punto de nacer y su viejo sueño de viajar a África. Pero todo se vendrá abajo cuando se produzca el nacimiento y los doctores descubran que el recién llegado padece una hernia cerebral muy grave. El médico que atiende al niño actúa con una frialdad perturbadora y cruel (“Soy obstetra, pero me considero afortunado de haber encontrado un caso así... Espero poder presenciar la autopsia”) y Bird comenzará a sentirse asfixiado por la situación. Su esposa, muy débil, no puede enterarse de lo que está ocurriendo; y él no sabe si está preparado para dedicar el resto de su vida a la crianza de ese ser. Además, sus proyectos amenazan con resquebrajarse de forma definitiva (“¿Qué significaría para nosotros, mi esposa y yo, pasar el resto de nuestras vidas prisioneros de un ser casi vegetal, de un bebé monstruoso? Tengo que... librarme de él. Además, ¿qué ocurriría con mi viaje a África?”).En medio de las incertidumbres, Bird comenzará a verse bombardeado desde mil sitios distintos (su suegra, que le exige actuar; su antigua amante, Himiko, que aparece en el horizonte con su oferta de sexo fácil y salvaje; el whisky, vieja adicción que ahora vuelve a tentarlo; su penosa situación laboral, en una gris academia donde es un don nadie), y acabará por sentir tentaciones de lo más indigno, que lo llevarán hasta la clínica de un médico clandestino, donde tendrá que tomar una decisión a vida o muerte.
Una novela dura, muy dura, sobre los reveses de la vida, que nos lleva a plantearnos inevitablemente una pregunta atroz: ¿Qué haría yo si…?