Este ejemplo de renovación, reinvención y desarrollo de productos adaptados al turista, deberíamos intentar expandirlo por todo tipo de establecimientos gastronómicos cuando tienen delante a un turista.
No es un turista, no es un cliente, es una persona de otra cultura que ha elegido tu establecimiento entre muchos otros, para entender lo que la gastronomía representa para la cultura de nuestro país y para las personas que se lo están cocinando y sirviendo, y que le enseñen todo lo necesario que necesite descubrir acerca de nuestra comida y nuestra bebida para satisfacer esa demanda de información, conocimiento y experiencia que le transmitiremos a través de las expectativas que tiene puestas en el plato de delante, sólo de esta forma, el momento de "darle de comer sí o sí" trascenderá a verbos no extremadamente extendidos en este subsector de la restauración turística como: fidelizar, satisfacer, experimentar o sorprender. Cuando un turista elige la marca España, comprende y asume los valores que nos identifican, la elección de nuestro país es elegir poder vivir y experimentar todo aquellos que asocian a nuestro país. Sirva este post para reivindicar y enfatizar a todos los establecimientos hosteleros de nuestro país que sí desbordan pasión al realizar su trabajo y la transmiten a sus comensales, en las ciudades, en las playas, o donde sea. Esa pasión debe servir para desarrollar nuevas estrategias al igual que hacen día a día nuestros amigos los bodegueros diversificando sus productos turísticos desde la sostenibilidad de su sector y la pasión por el vino, mejorar aún mas nuestra receta de amabilidad, profesionalidad y calidad, y todo ello para que el turista asocie cualquier chiringuito o restaurante que aún no haya dado importancia a estos términos, hacia una experiencia gastronómica llena de contenido..y no precisamente en peso.