Existen igualmente seres infernales que manifiestan su maldad impidiendo cualquier posibilidad de progreso y educación a las almas ingenuas que aspiran a la cultura como emancipación, seres del averno que se afanan en reducir o eliminar becas, que se mimetizan de moralistas para obligar que se imparta la asignatura de religión con la finalidad de adoctrinar en la resignación y la sumisión en vez de prepararte para eludir un destino de mano de obra barata, mansa y sin cualificar, carente de criterio y fuerza para la rebelión. Muy pocos descubren a estos demonios y se atreven a negarles valientemente el saludo, exponiéndose a sobrenaturales castigos. Estos malignos se empeñan en mortificar y obstaculizar las expectativas de mejora personal y social para que una élite formada por su lúgubre logia de feligreses conserve los privilegios en esta Tierra.
Tan inmensa es la legión de los hijos de Satanás que conviven entre nosotros que el miedo al infierno y sus demonios bíblicos resulta infantil. Por eso me divierte esta canción de Aute, en versión rockera de Rosendo, en la que la provocación de Lucifer no alcanza la malignidad gratuita de los verdaderos de carne y hueso que pululan sueltos en derredor nuestro. Esos sí que dan repelús.