Una defensa histórica: El Álamo

Por Joaquintoledo

A partir de 1821, justo antes de que México se declarase independiente, el gobierno colonial español autorizó a Moisés Austin y a los anglosajones a colonizar el territorio mexicano de Texas, siempre y cuando fuesen familias católicas y respetasen las leyes del virreinato y la Constitución liberal de 1812. Al nacer México aquellas leyes subsistieron y se respetaron, el hijo de Austin aceptó las leyes tras el deceso de este y la transición del país de manos europeas a criollas. Años después la colonia anglosajona se incrementó rápidamente y un tal Hayden Edwards declara en Texas la República libre de Fredonia, pero fracasó en su tentativa. En 1823 se firma un tratado de amistad y de límites entre  Estados Unidos y México, y el primero ofrece la compra de Nueva México en 1825 a diez millones y dos años después a quince millones, ambas ofertas fueron rechazadas. Como sea Texas se rebeló contra México cuando había allí miles de colonos norteamericanos que pedían a gritos separarse de dicho país. En Estados Unidos los del norte no apoyaron la guerra, contrariamente a los del sur, que al parecer deseaban más territorios hacia el oeste.
No obstante la inclinación cultural hacia Estados Unidos más que a México por parte de la población texana, era muy notoria. La primera verdadera medida molesta fue cuando el presidente Bustamante prohibió la entrada de más familias de Estados Unidos. Todo esto llevó a incrementar los aires separatistas, teniendo en cuenta que la mayor parte de la población era protestante, (irónico con respecto al requisito católico que los españoles habían pedido), aceptaba el esclavismo que en México estaba prohibido, entre otras cosas. Finalmente, la gota que derramó el vaso se generó cuando Santa Anna, dictador de México trasgredió la Constitución de 1824, lo cual atentaba contra el federalismo, muchas provincias, incluida Texas se prestaron a una revolución. Con este último pretexto bajo el brazo en 1835, dicha provincia se declara independiente y Santa Anna envía a su ejército para aplacar la rebelión más peligrosa de todas, pues era bien vista por los estadounidenses.


Santa Anna y la orden

Las tropas mexicanas ya en Texas fueron derrotadas y desarmadas, los últimos defensores se rindieron el 9 de diciembre de aquel 1835. Muchos de los que conformaban el improvisado ejército texano eran aventureros estadounidenses, a favor de la causa de este futuro estado de su país. Participaron en la toma de todo el estado, aunque luego muchos simplemente, o regresaron a su país o se esfumaron. Santa Anna estaba enfurecido de estos aires independentistas, de hecho se había proclamado la República de Texas, y sin pensarlo dos veces decide acabar con la rebelión de una vez por todas. A propósito de los muchos estadounidenses involucrados, fueron tildados como “piratas” por los mexicanos, y como era de esperarse se enviaron las quejas respectivas al presidente de dicho país Andrew Jackson, quién no prestó atención a pesar de lo marcial que esta fue en cuanto a reclamos. Una vez expulsados los mexicanos de San Antonio la fortaleza del Álamo fue usada como un punto estratégico y reforzado por los texanos, en caso de un posible ataque, el mismo, sin embargo, había sido diseñado para resistir ataques de infantería no de artillería, por ende su resistencia era muy precaria.
La cuenta regresiva
Para el 23 de febrero de 1836 el avance de los mexicanos era conocido por los rebeldes, algunos civiles empiezan a huir. Los vigías reconocen el ejército luego de estar vigilando durante horas. Poco después, la ciudad de Béjar, fue ocupada por las tropas mexicanas, aproximadamente unos 1500 soldados de los 4 mil tomaron parte directa en el enfrentamiento, mientras el resto fue desplegado a otros frentes. Los oficiales texanos al mando en el Álamo, Travis, de las fuerzas regulares de Texas, y Jameson, de los voluntarios, enviaron diplomáticos por separado a Santa Anna, pero ambos recibieron la misma respuesta inconfundible: rendición incondicional. El oficial texano Neill se hallaba ausente pero no hubiese elegido otra cosa más diferente a la de los suyos que se hallaban al mando en el Álamo: trabar combate contra los mexicanos a pesar de la superioridad numérica del enemigo y luchar hasta la muerte. Desde que llegaron al pueblo y vieron que el mismo se tomó con facilidad los mexicanos supusieron que la batalla se libraría alrededor del Álamo, allí, apuntaron su artillería, casi veinte piezas de varios calibres, las cuales se fueron acercando cada vez más conforme pasaban los días. Los mexicanos hicieron caer sus bombas sobre el perímetro de la fortaleza. Los texanos también respondieron, sin embargo luego hubieron de detenerse para guardar municiones, mientras Bowie se declaraba enfermo y Travis quedaba al mando de la guarnición. No hubo víctimas hasta el 24 de febrero cuando cayó un explorador mexicano. El 25 de febrero unos 300 soldados mexicanos cruzaron el San Antonio y trabaron combate con algunas fuerzas texanas alrededor del Álamo, luego de un tiroteo que duró unas dos horas se logró repeler a los atacantes quiénes tuvieron dos muertos y cuatro heridos. Al día siguiente los texanos tienen su primer muerto, mientras pedían desesperadamente refuerzos, que nunca allegaron si bien el coronel James Fannin intentó hacerlo, pero inexplicablemente sus tropas y algunas cañones dieron la vuelta.  No se ha establecido consenso acerca de si fue el mismo coronel o sus hombres quienes tomaron  tan funesta y traicionera decisión.
Llegó marzo, y mientras los tejanos pedían a gritos por refuerzos, los mexicanos acampaban en las afueras y celebraban gritando a voz en cuello como habían recibido refuerzos y como las tropas mexicanas se mantenían a la vanguardia en otros frentes. Sólo algunos exploradores texanos encontraron a cerca de 50 soldado a varios kilómetros del Álamo y los llevaron a toda prisa. Para el 4 de marzo Santa Anna decide no esperar más y busca lanzar el ataque final a la fortaleza. Para las diez de la noche del 5 de marzo luego de varios días de bombardeos intensos los mexicanos cesan de torturar el Álamo. Los cañones habían retumbado hora tras hora en los oídos texanos, ahora aquel sepulcral silencio anunciaba que había llegado la hora de pelear cuerpo a cuerpo hasta el final. Los texanos estaban solos y allí morirían pues no estaban dispuestos a abandonar la posición. No muy lejos se escuchaban los pasos de los soldados mexicanos, dando los últimos preparativos, hasta que finalmente la gran mayoría de los tejanos, ante la suspensión del fuego enemigo, cayeron rendidos al sueño…mientras tanto la caballería mexicana se ubicaba alrededor del Álamo para evitar el escape de cualquier tejano. Para fortuna de Santa Ana las nubes ocultaban la luna, por ello, los movimientos de sus soldados  llegaron a pasar desapercibidos…llegó las 5:30 de la mañana del 6 de marzo, cuando los mexicanos se acercaron al Álamo por el este, oeste, norte y sur, eran casi 1200.
Lucha hasta el final
Los centinelas texanos fueron asesinados mientras dormían.  Los mexicanos habían aprovechado  el factor sorpresa, sin embargo,  pronto los texanos despertarían al sonido de los gritos de “Viva Santa Anna”,  ya sabían de qué se trataba, era el momento que habían estado esperando. Sin perder tiempo la artillería rebelde hizo lo suyo con las primeras filas mexicanas, a falta de municiones los sitiados llegaron a usar cualquier objeto de metal. Los mexicanos trataron de escalar los muros pero no consiguieron llegar muy cerca, los pocos que lo hicieron fueron inmediatamente rematados por los tejanos, Travis, sin embargo, fue uno de los primeros en morir.  Los sitiadores se retiraron para una segunda oleada que empleab  todas sus fuerzas, mientras los texanos habían podido rechazarlos estando en sus límites, pues ya casi ni tenían municiones. Los mexicanos volvieron a tratar de vencer las defensas, pero fueron nuevamente rechazados.
Santa Anna entonces acuerda aniquilar de una vez por todas a los rebeldes en un tercer y contundente ataque. Por el norte los mexicanos detectaron la parte más débil de los defensores y apostando parte de sus reservas lograron vencer la resistencia. Entre los primeros mexicanos que lograron escalar la pared estaba Juan Amador, poco a poco fueron subiendo más de sus compatriotas. Los texanos apostaron la mira de sus cañones hacia esta dirección y también causaron gran mortandad. Por el sur, donde estaban apostadas las baterías, se descuidó la posición, y los mexicanos aprovecharon para empujar a los texanos hacia el interior del Álamo. Poco a poco los sitiados fueron vencidos en sus posiciones de las paredes, y dentro de la fortaleza se libraría la batalla final cuerpo a cuerpo. Alrededor de los barracones y la capilla, los texanos se refugiaron para resistir hasta el final. Los mexicanos atacaron con caballería y unos desesperados e improvisados rebeldes torturaron el avance de los mexicanos con lo que tenían a mano en aquellos momentos. En el muro frente a la iglesia, combatieron hasta que sus municiones se acabaron, y luego arremetieron con cuchillos. Los mexicanos no podían creer el porqué de tanta entrega y simplemente les concedieron la muerte.

Si bien los mexicanos tenían el control de todas las murallas externas del fuerte había un grupo cerca a la iglesia que seguía resistiendo en algunos cuarteles y habitaciones, por lo cual el ejército de Santa Anna se ve obligado a combatir metro a metro ante el peligro de ataques sorpresa, pero el general mexicano era igual de frío y da la orden de asesinar a todos, no habría prisioneros. Así fue,  los texanos fueron  cayendo uno por uno hasta que se aseguró toda la fortaleza siendo los últimos en morir los que se hallaban alrededor de la capilla, quiénes no abandonaron las últimas piezas de artillería sino hasta muertos. Los texanos estuvieron a punto de volar el lugar encendiendo la pólvora con tal de que no caiga en manos mexicanas, lo que habría significado la muerte de niños y mujeres inocentes, por fortuna esto se evitó. A las 7 de la mañana la batalla había terminado. Antes de que Santa Anna de por finalizada la misma oficialmente, encargó practicar el repase, es decir remató a cualquier herido o sospechoso de hallarse vivo aún. Se dice que los mexicanos dispararon tanto a los cuerpos caídos, que ni siquiera distinguían si eran los de sus enemigos o sus propios compatriotas. Sólo unos cinco o siete texanos se rindieron, cuando Santa Anna fue informado de esto, se molestó mucho porque le hagan perder el tiempo con algo zanjado, debían morir, y así se hizo. Algunas fuentes citan que algunos si lograron escapar, y que unos cuantos fueron hechos prisioneros, no obstante se le otorga cierto misticismo a la batalla, especialmente del lado texano y estadounidense para glorificar a los sitiados, de ahí en más los texanos a la hora de presentarse a una batalla les gritaban a sus hombres: “Recordad el Álamo”.
Al final los mexicanos triunfaron, según las fuentes más realistas, con unos 600 caídos entre muertos y heridos, aunque la cifra era escandalosa pues sólo habían peleado contra unos 250 texanos, la historiografía alrededor del combate tampoco ha  logrado un consenso con respecto a esto.  Todos los militares tejanos como Travis, Crockett y Bowie murieron en el combate. Sin embargo,  Santa Anna no estaba preparado, ni siquiera en el Álamo para ir en contra de los valientes tejanos, que acabarían por derrotarlo, ni contra la potencia que estaba detrás de la guerra: Estados Unidos.