Nuestros sentires de corazón son como llaves, nuestras creencias-los espacios desde los que pensamos- son como cerraduras. Cuando una llave se corresponde con la cerradura la puerta se abre, cuando pensamos desde una creencia compatible con nuestro sentir la puerta de nuestra sabiduría se abre. La educación que hemos recibido en el Paradigma de la Desconexión, sumergido en la dualidad, hace que nuestras "llaves" no se correspondan con nuestras "cerraduras", esto nos ha conducido a una vida dominada en gran parte por los dramas, en la que cuando salimos de uno terminamos entrando en otro: es el laberinto de la dualidad.
El amor a nuestros hijos y alumnos no ha bastado para liberarlos del laberinto, nuestra propia educación nos ha impedido ver la forma de salir: el Paradigma de la Desconexión con nuestra propia esencia ha puesto una venda en nuestros ojos de educadores.
El peso de la gravedad de la culpa nos ha mantenido pegados a ese laberinto, haciéndonos creer que algo fallaba en nosotros o en los demás, generando así todo tipo de conflictos tanto en nuestro interior como fuera. Buena parte de las enfermedades tanto propias como sociales tienen su origen en estos conflictos de la dualidad, que nos alejan de conectar con nuestra propia esencia. Durante generaciones hemos intentado que nuestras llaves encajaran con nuestras cerraduras, pero no era posible, el paradigma global que ha vivido la humanidad lo ha impedido en todas las culturas. Los Nuevos Paradigmas del Conocimiento traen unas nuevas creencias traslúcidas a la luz de nuestro corazón: las llaves y las cerraduras se corresponden, abriéndosenos la puerta a la Sabiduría de la Inocencia, que nos libera de la gravedad de la culpa y de la venda en los ojos que ella supone. Por eso, es fundamental empezar a introducir estos paradigmas en la educación si queremos crear una humanidad que sepa salir del laberinto de la dualidad y en la que cada persona cuente con el mayor de sus recursos: la sabiduría del corazón que le permita vivir siendo ella misma, entregando sus sueños a la vida y enriqueciendo a los demás desde su creatividad y alegría.
En los Nuevos Paradigmas el abrazo entre mente y corazón es posible: el educador se libera de la venda en sus ojos