Desde QHN os animamos a que viajéis a La Alcarria, esa atractiva comarca del centro de la península, que acoge municipios de Guadalajara, Cuenca y parte de Madrid. El destino que proponemos esta vez pertenece a la primera de estas provincias y es un estupendo lugar para disfrutar de una escapada de fin de semana en familia. Cuenta con alojamientos rurales y estupendas sugerencias culinarias por si queréis estirar la excursión a dos días. Está a 89 kilómetros de la capital madrileña y tiene un interesantísimo patrimonio. Es villa desde que el rey Enrique II de Castilla le concedió este título en 1369 a la que hasta entonces era aldea amurallada perteneciente a la Orden de Calatrava. También está reconocida como Conjunto Histórico-Artístico.
Mucho que ver y descubrir
Esta villa condal - muy conocida por la historia de Ana Hurtado de Mendoza, princesa de Éboli, y por los conventos que fundó Santa Teresa de Jesús, el de San José y el del Carmen- es un interesante lugar para hacer un recorrido por la historia con los peques. En la visita os quedaréis impresionados con sus palacetes y casas nobles (Palacio de los Burgos, Casa de la Inquisición o Palacio Viejo), y con sus calles empedradas. El centro neurálgico es la Plaza de la Hora, llamada así porque es donde se encuentra el Palacio Ducal en el que encerraron a la Princesa de Éboli, a causa de sus intrigas palaciegas, y a cuyo balcón enrejado podía asomarse una hora al día.
Ilustres habitantes enfrentadas: la princesa de Éboli y Santa Teresa de Ávila
Pero desmenucemos la historia: las dos insignes habitantes no se llevaban bien. La princesa de Éboli, antes de ser encarcelada por las intrigas urdidas junto a su amante Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II, contra el propio monarca, quiso ordenarse como monja al enviudar del noble portugués Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli. Lo quiso hacer en uno de los dos conventos que la santa abulense fundó en la localidad alcarreña: el Convento de San José. No se hizo monja, pero sí habitó, en distintas dependencias, el edificio religioso cuando Teresa de Jesús mandó a las carmelitas que allí vivían abandonar el convento. Con la princesa de Éboli llegó otra comunidad religiosa, las franciscanas, que aún hoy mantienen allí su comunidad.
Curiosamente, la princesa de Éboli fue recluida, en 1579, en el Palacio Ducal que su abuela, la aristócrata Ana de la Cerda, mujer de mucho carácter y que se enfrentó a todo el pueblo, mandó construir en el siglo XVI, tras comprar la villa. Sus luchas con los altos poderes de Pastrana no permitieron acabar la obra en la entonces Plaza Mayor (Plaza de la Hora desde el encierro de su nieta). En vuestra visita podréis ver la habitación en la que fue recluida la princesa hasta su muerte y el balcón por el que se asomaba durante una hora al día para poder ver el mundo exterior a Palacio.
De la Colegiata a los recorridos de exterior
Es interesante visitar la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, que guarda en su interior el interesante Museo de Tapices -la mayoría de ellos de procedencia desconocida- y la cripta de los duques de Pastrana, padres de la princesa. También hay que pasarse por el Convento de San José, uno de los dos fundados en la localidad por la santa de Ávila.
Ya en el exterior, otra visita 'obligada' es a la Fuente de los Cuatro Caños, del siglo XVI, con cuatro mascarones de los que salen los caños de agua, todo un símbolo de la localidad. Se trata de una fuente de la época de apogeo de la villa, cuando estuvo habitada por nobles. Pero a los pequeños de la familia les entusiasmará hacer una excursión al embalse de Entrepeñas y recorrer y descubrir paisajes plagados de plantas aromáticas y campos de vides y cereales.
La localidad tiene un atractivo añadido, aunque haya que esperar y realizar una segunda escapada en primavera, ya que merece la pena. Los días 30 de abril y 1 de mayo se celebra la Fiesta de Los Mayos, en la que las cruces, engalanadas con rosas, claveles y laurel llenan las calles. La fiesta está declarada de Interés Cultural.
Parada para comer y compras gastronómicas
A la hora de comer, Pastrana cuenta con locales (y bares para picotear) de calidad. Uno de los más reconocidos es El Cenador de las Monjas, que se encuentra justo a la salida del Convento de San José. Es un restaurante confortable y con excelente carta. Para empezar, destacan sus migas pastraneras o el pisto de verduras de la zona. Las carnes (secreto ibérico, canelones de rabo, albóndigas) y también los pescados (bacalao con crema de calabaza y langostinos, pulpitos asados o atún con miel) son estupendas propuestas. La gastronomía alcarreña es una delicia para toda la familia: el cordero, las gachas, las migas, los bizcochos borrachos..., todo es 'de 10'. Pero no debéis olvidar llevaros un dulce recuerdo, como las yemas de Santa Teresa.