Una feria del libro rosa y alienante

Publicado el 15 junio 2013 por Rgalmazan @RGAlmazan

Sabemos lo que significa la cultura en este país. Sobre todo cuando se la mira desde un gobierno de derechas. Y es que la cultura siempre ha dado miedo a los conservadores, porque saben de forma contundente que si la gente piensa, les puede perjudicar. La cultura hace libre a los ciudadanos y nuestra derecha no es precisamente –a pesar de que muchos de ellos se consideran liberales (ironías de la vida)— muy amante de la libertad.

Pues bien, desde “nuestro querido” gobierno, el castigo a la cultura ha sido uno de sus primeros objetivos. El recorte del presupuesto, el aumento del IVA en las representaciones culturales, en los libros electrónicos, el aumento del precio de las entradas en los museos y otros ataques hacen que hoy sea más caro acceder a la cultura, cada día más lejos de las clases menos favorecidas.

Naturalmente el nivel cultural del país se puede medir con distintas variables. Por ejemplo, los libros vendidos, las asistencias a representaciones y eventos culturales, número de visitantes a los museos y exposiciones, etc. Pues bien, por desgracia, parece claro que la crisis también afecta a la cultura y más cuando el gobierno no ha tomado decisiones para tratar de incentivarla, sino todo lo contrario.

Mañana se clausurará la Feria del Libro madrileña. Una feria donde ha habido que luchar contra esta crisis que tanto nos afecta. Y no sólo contra ella. Además estamos viviendo unos momentos donde el mundo rosa se está apoderando del mercado editorial, adquiriendo gran parte de ese mercado.

Gracias a los programas de cotilleo y a las revistas del corazón hoy personajes sacados de programas basura, artistas de menor relieve, incluso algún delincuente, presentadores y famosillos de tres al cuarto, periodistas ‘Tribulete’, aristócratas de medio pelo y otras hierbas son los que acaparan este año la Feria del Libro de Madrid.

Las colas para firmar confirman lo que digo. Gente cuya profesión está lejos de la de escritor y cuyo compromiso es ganar dinero por contar intimidades propias y de los demás, por insultarse y pelearse, firman sus “libros” –de alguna forma hay que llamarles—, mientras sus fans aguantan largas colas bajo el sol para poder ver de cerca a estos exhibicionistas, cuyo único mérito es ser famoso por insultar, criticar, cotillear o chulear.

Mientras tanto, los escritores de verdad, los que no necesitan negros, los que viven en el mundo de las letras, los que escriben con placer y lo hacen bien, los que sienten la cultura, esos –salvo algunos privilegiados-- apenas tienen gente que requieran su firma.

Si ustedes de verdad son amantes de la cultura, no contribuyan a que esta generación de pseudo-escritores se gane la vida con bodrios lamentables. Busque la verdadera literatura, la que nos hace vibrar, la que tiene peso específico. Y recuerden que en la Feria del Libro, que en nuestras librerías, en nuestras bibliotecas, además de gente como:

María Teresa Campos, Beatriz Trapote, Jorge Javier Vázquez, Mila Ximénez, Paz Padilla, Julián Múñoz, Mercedes Milá, Ana Rosa Quintana, Karmele Marchante, Alessandro Lequio, Cristina Tárrega o Jimmy Jiménez Arnau, entre otros falsarios,

hay escritores de verdad, que poco tienen que ver con los relatores de infamias mal contadas. Dedíquense a buscar a:

Javier Carrasco, María Dueñas, Dora León, Felipe Benítez Reyes, Almudena Grandes, Ana María Matute, Eduardo Mendicuti, Luis García Montero, Ian Gibson, José María Guelbenzu, Jesús Sánchez Adalid, Julia Navarro, Lorenzo Silva, Javier Marías, Eduardo Galeano, Manuel Rivas y tantos otros con los que pensamos, sentimos y disfrutamos momentos que sólo la buena literatura puede ofrecernos.

Y no crean que les hecho la culpa a estos autores sólo. Ellos son oportunistas descarados. Pero ahí están las editoriales anteponiendo el negocio a la calidad, y cómo no, los consumidores de tal bazofia, sin los que sería imposible que sus obras pudieran sobrevivir.

Mientras Wert se dedica a cargarse la educación y la cultura, y las editoriales a ganar dinero, este país sigue huérfano de cultura. Y es que no hay mejor aliado de un gobierno infame que un pueblo ignorante y derivado a lo insulso, al cotilleo o al exhibicionismo de cartón.

Salud y República