Que Gossip Girl ya no es lo que fue en su primera y segunda temporada (a medias) no es ningún secreto. De hecho, todos los que seguíamos al pie del cañón semana tras semana esperábamos que la serie recuperase sus aires más gossipianos . Sabiendo que Georgina Sparks regresaba al Upper East Side (que bueno es que a una le cancelen su serie, y tenga que tirar de agenda) las cosas no iban a permanecer en su sitio: y así ha sido, la bitch Sparks ha revolucionado (o mejor dicho, va a revolucionar) las vidas de sus ex-compañeros. Pero empecemos por el principio.
Hemos tocado los temas de siempre: Nate, el hombre florero, soso como una pasa pocha, comenzó la temporada con un nuevo idilio amoroso. Serena seguía tirándose a todo bicho viviente. Vanessa y Dan daban un poco por saco, hasta que terminaron liándose (previo trío con....Hilary Duff). Y Blair y Chuck compartían lo que tanto tiempo llevaban esperando (lo que les robó su fuerza maquiavélica). Entre medio tuvimos que esperar a ver a Kelly Rutherford, que se había ido a que su santo mardio la sanara, y de paso sembrar la semilla del recuerdo.