Atila, el perro de los mellizos, ha entrado en casa cubierto de nieve. "Pero si parece un oso!", ha dicho Leo riendo.
Todos miraban cómo nevaba por la ventana. Poco a poco, la nieve ha dejado de caer. ¡El jardín estaba completamente blanco!
- Tengo una idea, ha dicho mamá. Vamos a abrigarnos bien y saldremos a jugar con la nieve en el jardín.
- Podemos construir un gran muñeco de nieve!
Papá ha apilado la nieve con la ayuda de Tina y Leo. Hasta que Tina le ha lanzado un puñado de nieve a Leo, que no lo ha dudado y le ha frotado la cara con un poco de nieve. Lo que ha empezado como una broma se parecía cada vez más a una pelea. Papá les pedía que parasen, Tina ha empezado a llorar... Alarmado por tanto alboroto, Atila ha llegado a todo correr... y ha destrozado el cuerpo del muñeco que estaban construyendo!
- ¿Pero qué ocurre aquí? Mamá salía en ese momento de casa con una zanahoria, dos mandarinas y un viejo sombrero de papá.
- ¿Por qué llevas todas esas cosas?, ha preguntado Tina
- La zanahoria es la nariz y las mandarinas son los ojos. El sombrero es para que el muñeco no pase frío. ¡Pero ya no tenemos muñeco!
- Tendremos que comenzar de nuevo, ha dicho papá.
- Pero yo tengo las manos mojadas. Mamá, ¿por qué tengo las manos mojadas si no hemos jugado con agua?
Mamá ha explicado a Tina y Leo que la nieve no es más que agua muy fría. Luego ha cogido nieve en su mano y los mellizos han podido ver cómo se derretía.
Con la pelea ya olvidada, se han puesto de nuevo manos a la obra. Han construido el cuerpo de nieve y la cabeza. Han puesto los ojos, la nariz y el sombrero. Qué muñeco tan bonito!
Ilustración: Ana del Arenal
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