Durante el camino, en el que llevamos ya cinco años, más que en la guerra civil, muchas víctimas, siempre demasiadas, en la cuneta, irrecuperables como los parados de larga duración, los jóvenes desencantados, antinatura, sin ganas de evolucionar y revolucionar la historia; el jubilado al que no le salen las cuentas ni a la hora de contar el tiempo hasta la próxima visita médica. Quizás ni lleguen, programada como está para la primavera. Habrá que pasar antes el invierno, la Navidad dura Navidad, la cuesta de enero, de febrero, de marzo…
Nada más dañino que un tonto, o un listo que se hace pasar por tonto y como tal actúa. Nada más dañino cuando resulta que el tonto se cree que quien le escucha también lo es y como tal actúa: callado, resignado, asumiendo el infortunio como una mala racha que hay que pasar, como una gripe o una penitencia por los excesos cometidos, una gripe que ha empezado a afectar a órganos vitales: educación, sanidad, servicios sociales… Como si no estuviéramos muy informados o fuéramos incapaces de asimilar y entender la información a nuestro alcance, que nunca fue tanta. La información es poder, pero solo cuando se actúa. Y, sin embargo, ahí seguimos: pasando luna mala gripe, en casa porque afuera hace frío. Pero ni el café recién hecho calienta.