Las famosas y manidas “medidas urgentes” o “estructurales”, que se vienen reclamando desde hace tiempo; la exigencia de un “pacto de Estado” contra el terrorismo machista; el consenso civil y político; y el incremento de los recursos judiciales, policiales y de protección institucional, no van a llegar a tiempo ya para muchas de las víctimas de esta barbarie.
Los datos continúan siendo estremecedores y resulta fácil entender la desazón y tristeza de quienes padecen este sordo sufrimiento y también, por qué no, de las propias autoridades que no aciertan a dar con la tecla que acabe con esta sangría.Las campañas de sensibilización están muy bien y son muy necesarias, también para niños, adolescentes y hombres adultos. El incremento de los recursos públicos para este fin resulta imprescindible, en el bien entendido de que nunca serán suficientes y no siempre cumplirán del todo con su cometido. Ahora bien, la cuestión es cómo atajar de una vez el problema “estructural” del machismo, que solo suele alcanzar la categoría de noticia cuando llega a una situación tan extrema como el asesinato.Los “micromachismos” de todo tipo, los comentarios machistas, el menosprecio, la desigualdad salarial y el acoso callejero son, mal que nos pese, otras formas cotidianas de agresión hacia las mujeres. Son, si se quiere, la parte menos visible de esa violencia, pero son, sin duda, el germen de toda esta sinrazón.Podríamos poner muchos paños calientes a este asunto, que dicho de una vez, no es otra cosa que una guerra abierta contra las mujeres por el hecho de ser mujeres por parte de algunos hombres, que con frecuencia esgrimen su “superioridad” para emplear una despiadada violencia. Y como en cualquier guerra que se precie, siempre es contra las personas más débiles y desprotegidas.Ahora mismo, no se me ocurre nada más urgente que parar este combate, esta escalada de asesinatos que debería avergonzarnos un día sí y otro también.#NiUnaMenos #VivasNosQueremos #StopViolenciasMachistas