Uno de los soldados del ejército español y republicano fue el señor Enrique Martínez, padre de un niño pequeño llamado también Enrique que vivía en Barcelona con su querida madre. El señor Martínez fue enviado al frente de Teruel a mediados del 1937 para luchar contra los rebeldes y defender, por encima de todo, a la República. El señor Martínez estaba casado con la encantadora señora García (madre del precioso niño de 1 año, Enrique), la cual tras verse obligada a cuidar y mantener sola y en condiciones a su pequeño hijo, decidió aceptar un trabajo de ama de llaves a la otra punta de la ciudad, y al no poder llevarse a su hijo al trabajo, con la ayuda de colchones y gruesas mantas, construyó un pequeño refugio en el salón de su casa en el que dejar a su hijo durante el día. Era época de bombardeos a la ciudad y la casa donde residían la señora García y su hijo estaba mu cerca del núcleo de encuentro de muchos de esos bombardeos, pero, a su vez, también era época de gran miseria para el pueblo llano por lo cualquier forma de obtención de ingresos era bienvenida cosa que hizo que, pese al peligro de los bombardeos, la señora García se vio forzada a dejar a su hijo en ese refugio casero de colchones y mantas aunque le pidió a sus vecinos que le hicieran una visita al niño de vez en cuando para ver si estaba bien y para darle algo de comer.
Llegó un momento en que la miseria a nivel sentimental y emocional (la melancolía de tener a su marido seguro y cerca, en sus brazos y con su hijo) era tal que la señora García tomó una firme y concisa decisión: visitar a su amado esposo al frente de Teruel, sola y con su hijo en brazos. Como no tenía coche ni tampoco muchos ahorros decidió ir a pie hasta la carretera más cercana a su casa y hacer auto-stop preguntando si la podría acercar a Teruel. Finalmente y tras unas largas horas de espera, coincidió con un camionero de mediana edad que se dirigía a Teruel con el objetivo de realizar unas entregas, por lo que no tenía problemas con ayudar a la joven madre. La señora García le explicó al amable camionero su amarga situación y sus intenciones respecto al duro viaje hasta Aragón.