(Dirigido por Ingmar Bergman – Suecia 1949)
Lo más importante no es ser amado, sino amar.
Bertil (Birger Malmsten) está echado en la cama durmiendo. Ruth (Eva Henning) está despierta tratando de leer, como no puede, se pone a fumar, como se aburre, se pone a lavarse los dientes y hacer gárgaras. Luego prende otro cigarrillo, se acerca a Bertil, lo mira como duerme, le hace cariños en su cabeza. Ruth va a su cama, mira hacia abajo y comienza a recordar.
Recuerda la relación que tuvo con Raúl (Bengt Eklund) en el pasado, antes de casarse con Bertil. Raúl en palabras de Ruth era una rata, era un hombre brutal, pero lo amaba. Ruth recuerda el día que Raúl le dijo que era casado, y además agregó que a su edad no estar casado y con hijos era sinónimo de fracasado. La decepción en el rostro de Ruth es tremenda. Un día llaman a la puerta de su apartamento, la abre y es una mujer de más edad que ella. Dicha mujer examina la casa y luego le dice que es la esposa de Raúl. Al rato vuelven a llamar a la puerta, es Raúl que grita a Ruth “Monstruito”, así la llama cariñosamente. Están de pronto Raúl, Ruth y la esposa de Raúl. Conversan sin llegar a ningún acuerdo, al final la esposa de Raúl se va, dejando solos a Raúl con Ruth.
Ruth se prepara un mate y sigue recordando, esta vez el día que le dijo a Raúl que estaba embarazada.
Ruth llora en la cama, Raúl le pregunta que le pasa. Ruth le dice que se encuentra embarazada. Raúl le dice que una mujer debe tomar siempre precauciones. A la mañana siguiente, Raúl le pregunta a Ruth cuanto tiempo lleva de embarazada, ella dice que 3 o 4 meses, no está segura. Raúl le dice que no puede ser él porque se encontraba de maniobras en el ejército (Raúl es soldado). Raúl le dice que no le va engañar, que no nació ayer, que el niño no es suyo, le tira unas bofetadas y le grita PUTA.
Ruth sigue echada en su cama sollozando con sus recuerdos, esta vez los días posteriores a su aborto.
Ruth esta echada en la cama de un hospital conversando con una enfermera y sabiendo que va ser estéril el resto de su vida. Es bailarina y se casa con el maestro Bertil, al que no ama como a Raúl, pero la protegía económicamente.
Han terminado
Bertil y Ruth van a la estación de tren, van a viajar dos días rumbo a Estocolmo y en el camino van a pasar por Alemania. Esta vez Bertil recuerda a su ex pareja Viola (Birgit Tengroth).
Viola era una mujer histérica como Ruth. Hablaba mucho y no decía nada. Llena de tretas, que se reservaba y no decía lo que pensaba. Bertil pensaba que eso significaba no ser normal. Una persona sea hombre o mujer debe hablar y soltarlo todo.
Bertil le dice a Ruth en medio de sus recuerdos: ¿Acaso puede un hombre convertir a una mujer en un ser humano?
Bertil piensa que siempre se ha metido con mujeres histéricas y ha hecho el papel de enfermero. Ruth le dice que nunca lo va dejar. Bertil y Ruth se miran, se acarician, se besan. Bertil le dice que se tienen el uno para el otro.
Bergman en una de sus películas más antiguas nos regala un drama demoledoramente reflexivo.