Por Rosana Rivero Ricardo
Esta cubana vive desde hace dos años en Moscú. Antes estudió actuación en la Escuela Profesional de Arte “Manuel Muñoz Cedeño” y formó parte del grupo Trébol Teatro. Después inició la especialidad de Canto Lírico en la filial de la Universidad de las Artes en Holguín, inconclusa por la oportunidad de trabajo en Rusia.
Ella, que creció con Bolek y Lolek y con el “Me las pagarás” del Conejo-Lobo, en este tiempo ha aprendido a conocer aún más al hijo primogénito de la antigua Unión Soviética: “El idioma ya lo domino un poco, pero es bien difícil. El clima aquí es una cosa de otro mundo. Nosotros decimos que Cuba es un eterno verano y yo te digo que Rusia es un eterno congelador. Por eso, lo que más extraño -además de mi familia, pues soy muy apegada a mis padres- es caminar sin abrigo por el parque Calixto García hasta la peña de Nolberto Leyva”. A pesar de estos meses conociendo a Rusia, a raíz del mundial ya no sabe en cuál geografía se encuentra: “Con el comienzo de la Copa de Fútbol, Moscú se ha visto ‘invadido’, por decirlo de alguna forma, de gente de todo el mundo y América Latina , ¡presente!. Si caminas cinco minutos por la Plaza Roja, no sabrás si estás en Colombia, Argentina, México…” Lya canta y actúa en Rusia y sigue siendo ella misma, una auténtica cubana, aunque en las carteleras aparezca como Illiana Sanches o илиана, según la traducción de los rusos. “Aquí trabajo más como cantante. Generalmente canto sola o con agrupaciones rusas. Extraño la actuación, pero me monto un personaje siempre que estoy cantando y así lo combino todo. Después veo los videos y digo: naaaaa, esa no soy yo jajajaja…” El balón para su primer “disparo musical” en un Mundial se lo pasó el pianista ruso Slava Bystrov, quien la contactó para que formara parte del talento que se presenta en las actividades colaterales del evento deportivo: “En varias ciudades rusas se han hecho plataformas donde se presentan muchísimos artistas. El pianista conocía a uno de los coordinadores en Ekaterimburgo donde necesitaban un grupo latino. Me llamaron a mí y al resto de los músicos que también son cubanos: en el saxofón, Ramsés Sánchez, de La Habana; Teddy Fuentes en el bajo, de Guantánamo; Yohandys Vega con las tumbadoras, de Matanzas y los holguineros Raúl Alexander Martin y Reinier Cisneros en la trompeta y la batería, respectivamente. “Al espacio donde tocamos se le dice FIFA FAN ZONE (Ekaterinburg). Es una plaza inmensa con un escenario y una pantalla igual de grande, donde transmiten algunos de los juegos en vivo y cuando acaba se presenta un grupo en vivo. “Antes de empezar a tocar los rusos hicieron una rueda de casino grandísima. Ellos aman la música cubana y la bailan de una manera impresionante. “Ese día en Ekaterimburgo, aunque no lo parezca, la temperatura estaba a 12 grados. ¿Tú sabes cómo estaba esta cubana antes de cantar? ¡Congelada! Jajajaja. Te lo juro. “Fue una experiencia maravillosa. Le dediqué mi actuación especialmente a mi mamá, a quien se le hincha el pecho y se le llenan los ojos de alegría al verme cantar en español y defender nuestra música”. ¿Ya entraste a un estadio? Todavía no. Las entradas están carísimas, ahora mismo no sé cuánto cuestan exactamente, pero sí están caras. Supongo que en algún momento de lo que queda en este mes lo haré. A mis compañeros les encantan el fútbol y todos los días quieren ir a ver un juego o encontrarse en la casa de alguien”. ¿Volverán a llamar a los cubanos para actuar en el Mundial? No sé aún. Quizá sí. Si nos llaman vamos, como los primeros.