El gobierno, asustado pero arrogante, dice que el seguimiento de la huelga es minoritario, pero eso es falso porque el seguimiento real está siendo de un 80 por ciento, aproximadamente.
La torpeza y la estupidez del gobierno de Sánchez, disimuladas y ocultadas hasta ahora gracias a la vergonzosa complicidad de los medios de comunicación comprados, se harán visibles y provocarán la furia de unos ciudadanos que se darán cuenta, por fin, que están siendo mal gobernados por la ineptitud, la torpeza, la corrupción y el abuso de poder.
El pasado 13 de marzo, hace apenas cuatro días, publicábamos en este blog Voto en Blanco el artículo Huelga justa del transporte contra el gobierno
, en el que decíamos que la cerrazón estúpida y suicida del gobierno y su negativa a negociar con los huelguistas "convierten la huelga en justa y enormemente peligrosa porque podría extenderse como una mancha de aceite y afectar a otros muchos sectores que ya padecen pérdidas insoportables por el precio de los combustibles". Es justo lo que está ocurriendo.
En el artículo del 13 de marzo decíamos:
"La economía moderna, basada en el consumo, dependen en gran medida de los transportes. Si estos se paralizan, el país entero se para, los ciudadanos se enfurecen y el gobierno se coloca contra las cuerdas. Ante la extraña situación del gobierno de Sánchez, que no ha mostrado voluntad alguna de resolver las demandas de los transportistas ante el encarecimiento salvaje de los combustibles, algunos observadores han esgrimido su sospecha de que al gobierno parece convenirle esa huelga, que desviaría hacia los camioneros la furia de los ciudadanos, en lugar de orientarlas hacia el incapaz, injusto y corrupto gobierno que padecen".
El gobierno de Sánchez está dividido en tres bandas: una dice que la huelga no es tan grave y que contribuirá a desmontar el actual sistema injusto para sustituirlo por otro más socialista y estatal; otro quiere negociar con los huelguistas con urgencia y otro afirma que el tiempo lo cura todo y que la huelga será tan impopular y dañina que el propio pueblo la rechazará. De esas tres interpretaciones, la única correcta y justa es la que exige negociar de inmediato y abaratar urgentemente el precio de los combustibles.
Francisco Rubiales