Sin embargo este año todo me fue bien, el día 28 me personé en Correos, me dispuse a enviar mi libro, y desee que llegara dentro del plazo estipulado, y esperé el mío con ilusión, y en esta ocasión se hizo esperar tanto que mi marido terminó de mi hasta la coronilla... Y la verdad es que tenía mucha razón.
Soy una persona detallista, así que cuando mi chico llega a casa me intereso por su jornada, si le ha ido bien en el trabajo, si esta cansado y comentamos un poco cosas del curro. Sin embargo en esos días estaba como una niña caprichosa, y lo primero que le preguntaba cuando llegaba es si tenía algo para mí, y como la respuesta era negativa me enfurruñaba... Al final me resigné a que mi regalo no llegara para el día de reyes, y reconozco que me costó lo mío.
El lunes ocho cuando llegué de trabajar, estaba más cansada que de costumbre, había tenido un mal día en el trabajo, y es que estar cara el público no siempre es fácil y hay mucha gente maleducada. Además la alergia se volvió a cebar conmigo y el pañuelo se convirtió en una extensión de mis manos. Cuando abrí la puerta me encontré con el paquete, mi marido lo había puesto en un lugar estratégico para que lo viera nada más entrar.
La curiosidad mató al gato y a pesar de ser las 16:30 de la tarde y de no haber comido, me puse a abrirlo y a escudriñarlo, el estomago podría esperar diez minutos más. La cajita de color rosa llamó mi atención, y al abrirla encontré otro paquetito, pero primero abrí el papel de seda negro que me separaba del libro que me había tocado en suerte y mi sonrisa se tornó radiante, le tenía tantas ganas al libro que ya me dio igual que llegara un poquito tarde. No pude hojearlo porque quería hacerle fotos para esta crónica, hoy después de daros la lata podré por fin olerlo y abrirlo...
El otro paquetito llevaba un espejito chulisimo con la ilustración de una mujer que lleva en sus brazos un montón de libros, y la verdad me sentí muy identificada con él. Ya había llegado mi regalo y ahora tenía que sacar tiempo para escribir mi crónica y para saber como enfocarla....
Los días pasaban y el tiempo seguía brillando por su ausencia, y otro día al volver del trabajo encontré otro sobre, y me devané los sesos pensando que editorial lo podría haber mandado, no recordaba que estuviera esperando un libro... Al abrirlo vi que era otro bloguero invisible, me llegaba Los buenos suicidas, de la mano de su autor Toni Hill y con dedicatoría incluida.
Creo que no pude ser más feliz ni estar más agradecida a nuestra compañera que se monta unas jornadas maratonianas con estas iniciativas. Creo que con la emoción he dejado que hablen las imagenes y no os he dicho que me llegó El verano de los juguetes muertos y que lo mandaba Matiba. Gracias guapa por el detalle, por prepararlo tan bonito. Y también gracias a Toni Hill, daré buena cuenta de ellos para los retos en los que me he metido en este 2013, que giran en torno a la novela negra...
Y ya no tengo más que contaros, espero que ya todos tengáis vuestro bloguero invisible, no se muy bien que pueda haber pasado este año, pero deseo que en próximas convocatorias nadie tengamos que esperar nuestro libro pero eso no depende de nosotros ya...