Una imagen positiva

Por Aceituno

Hoy toca una imagen positiva porque sí, así de simple. No ha sucedido nada extraordinario en mi vida, ni siquiera diferente. Simplemente me he topado con esta foto que tomé el otro día al lado de casa y me ha parecido estupenda para ilustrar un día cualquiera. Me encantaría que mis días cualquiera fuesen ilustrados con imágenes como esta. Eso sería señal de que todo me va realmente bien. Pero me da lo mismo que no sea así. Hoy es un día cualquiera y elijo esta foto por lo mismo que los perros se lamen los huevos: porque pueden.

Lo sé, un poco basta la última frase, pero muy gráfica y explicativa ¿no? Hacemos las cosas porque podemos hacerlas, ni más ni menos. Si no pudiéramos no las haríamos. Lo primero es ver si uno es capaz de hacerlo y luego si uno quiere hacerlo. De nada sirve quererlo con todas tus fuerzas si luego a la hora de la verdad resulta que no puedes por tal o cual motivo. Eso resulta frustrante.

Ahora bien, teniendo en cuenta la “big picture” de mi situación actual, es decir, la mirada completa a lo que está pasando conmigo, creo que nunca podremos hablar de que he tenido un buen día. Si lo hiciéramos sería con matices y siempre “teniendo en cuenta que…”. Me parece que, como mucho, aspiro a un día regular, un día sin dolores demasiado fuertes, con pocas horas de malestar general y con un descanso lo más profundo y sereno posible. Ese sería el mejor de mis escenarios. Por desgracia no tengo demasiados días así, pero no me importa. Ya he decidido hace mucho que los pequeños ratitos que encuentre de estabilidad los pienso disfrutar el triple. Tal vez por eso, hoy arranco el día con una fotografía alegre, como una especie de declaración de intenciones. A ver si es verdad y paso un día algo mejor que regular.

Es muy difícil todo esto. Creo que me hace bien hablar sobre ello y sacarlo a la luz, pero resulta agotador porque el cáncer se lleva hasta el último segundo de tu tiempo. Es casi imposible estar unos minutos tranquilamente sin pensar en el puto cáncer, sin que duela nada, gozando de un bien estar normal y corriente, como antes. Qué afortunados somos cuando no nos pasa nada y estamos bien de salud. Basta con que te duela un dedo para que te des cuenta de lo maravillosamente bien que estabas cuando no te dolía. Pues imagínate con un tumor en los pulmones. Yo ya ni me acuerdo de lo que es estar bien. ¿Por qué me habrá tocado a mí? Genética pura y dura. Genética de la más extraña, de la que tiene que ver con mis propios genes, con mi propia disposición, sin importar mis antepasados, o mi comportamiento. Nada. Ya podría yo haber sido un monje tibetano que habría sufrido el mismo cáncer de pulmón. Saber eso me ayuda a tener algo más de paciencia y de resignación, lo mismo que escribir este blog me ayuda a sentirme vivo y activo. Ojalá pudiese hacer un libro con las mejores entradas del blog pero, la verdad, no sé por dónde empezar.

Un saludo cariñoso a todos. Vuestra energía es fundamental para mí. Gracias por enviármela.