La culpa la tiene mi señor esposo. Bueno, en parte. Porque parece evidente que tener a un gran fotógrafo al lado le predispone a una a que el clic de la tecla se convierta en el clic del obturador, pero resulta que antes de que llegase el señor A. a mi vida a servidora ya le ponía el mundo foto.
De lo que sí tiene la culpa es de que ahora me haya vuelto nikonista y que poco a poco vaya aprendiendo algún que otro truquito (poco, de momento, pero...).
Aquí os dejo una foto que me alegra mucho el día: la de la primera boda que compartí con el señor A. en modo becaria. Gracias a mi amiga Victoria (a la que os recomiendo que leáis en De seda y oro) recibimos el encargo de Andrea y Roberto para hacer el reportaje de su gran día y lo cierto es que lo pasamos requetebién... ¡y que ellos han quedado muy contentos con sus fotos!
Ahí van algunas de las que hice. No sé si se me da bien o mal, pero... ¡me alegra el día coger la cámara!