-AVISO SPOILERS-
Se supone que Pat (Bradley Cooper) tiene un trastorno bipolar. Esa es la razón que explicaría su obsesión por la mujer que le ha sido infiel. Pat no puede dejar de pensar en ella. Se ha convertido en un acosador que hará lo posible por contactar con su mujer a pesar de una orden de alejamiento, y de que le han prohibido incluso tener un teléfono. Suponemos que tampoco puede utilizar el whatsapp. Su obsesión -su objetivo como personaje protagonista de una película de Hollywood- es enviarle una carta a su esposa, Nikki (Brea Bee), para recuperar su matrimonio. La imposibilidad de acercarse a ella, el dolor de su ausencia, provocan en Pat estallidos violentos que le apartan de sus amigos, y de su familia. Para mantener el control, Pat debe medicarse, y eso le convierte en un sujeto sospechoso: si consigue olvidar sus problemas y sonreír, todos pensaran que se ha pasado con las pastillas. Con este equipaje, Pat inicia un viaje -interior- para superar sus problemas -eso se llama arco de personaje- con el fin de recuperar su vida. Su recompensa es un nuevo amor, y un final feliz. Pero suponemos que su trastorno bipolar sigue ahí ¿o no?
Pues no. Porque el problema de Pat no es un trastorno bipolar, sino algo mucho peor. El pobre está enamorado. Por eso se comporta como un auténtico loco, incapaz de contener un torrente de sentimientos que provocan conflictos con todos los que le rodean. Pero la película deja muy claro que los verdaderos locos son los demás: el padre de Pat (Robert De Niro) es un maniático supersticioso y ludópata; su mejor amigo, Ronnie (John Ortiz), está atrapado en un matrimonio que le obliga a fingir que es feliz; su hermano (Shea Whigham) ha sido incapaz de visitarle durante los 8 meses que ha estado ingresado; y su psicólogo (Anupam Kher) se pinta la cara de verde para asistir a los partidos de los Philadelphia Eagles. Todos reprimen los mismos sentimientos que Pat muestra sin control. La lección es que para vivir en sociedad lo importante es fingir. Autoengañarnos para evitar que la policía se presente en la puerta de casa. Cambiar la felicidad por la tranquilidad de no ofender a nadie.
Pat encuentra el final feliz que espera a todos los personajes del Hollywood más clásico. Pero no lo consigue porque haya aprendido a controlar su trastorno bipolar, sino porque deja de querer a Nikki -su auténtico problema- y se enamora de Tiffany (Jennifer Lawrence). Una relación tóxica es sustituida por el amor hacia una persona que se encuentra en un momento similar, y que se convierte en la compañera perfecta para iniciar una nueva etapa en su vida. Y también es verdad que Jennifer Lawrence está más buena.