Una invasión de mentira

Publicado el 04 septiembre 2018 por Salva Colecha @salcofa

El otro día estaba conversando en el café con Paco. A Paco a veces le dá el día raro y se pone de parte de estos que construirían un muro enorme para que no entrase nadie o que proponían dinamitar los Pirineos y hacer una zanja con cocodrilos, como le oí decir allá cuando los franceses nos tiraban los camiones de peras limoneras en la frontera. Hablábamos sobre si Rivera se está colando con eso de retirar los lazos amarillos que ha puesto la gente en sitios públicos, discutíamos sobre sobre si se cree con un derecho superior a quitar algo de un lugar que tampoco le pertenece y sobre todo si no será que se está empleando esto de los lacitos para provocar una nueva escalada de inestabilidad peligrosa, porque oye, tanto va el cántaro a la fuente… y en este caso igual se está abusando demasiado de los numeritos, por un bando y otro. Al final a algún descerebrado se le va a ir la mano y va a pasar algo gordo, más surrealista que se repartan mamporros en  una manifestación contra la violencia, entonces nos arrepentiremos.  

Pero bueno, la verdad es que lo que me preocupó bastante de lo que me decía mi amigo es que piensa como cada vez más gente en Europa, que todo es un problema de falta de “sentimiento nacional”, como el de la emigración (me pedí otro café, porque esto iba para largo).  Lo preocupante es que igual que Paco, cada vez más gente se cree este sermón y eso se refleja en la llegada al Gobierno de una panda de políticos asilvestrados que ponen  en peligro el proyecto de una Europa que soñamos un día. Más que poner en peligro mejor sería decir que lo han enviado a tomar viento. Menos mal que todavía nos encontramos chispazos que hacen albergar esperanzas como la macro manifestación como de Chemnitz en la que se demostró a la extrema derecha que #NosotrosSomosMás y que todavía existe una mayoría de gente que cree que las personas están por delante de las políticas retrogradas. 

Grecia, la inestable Ucrania, Italia con La Liga Norte y el Cinco Estrellas, Hungría con su gobierno ultra capitaneado por Viktor Orbán, el mismo gobierno español que parece nadar entre dos aguas en temas tan importantes como que afectan al miles de personas, cada vez son más los gobiernos que se entregan al abandono de seres humanos. No entiendo como 79 años después de que Alemania invadiese a Polonia estamos de nuevo entrando en una escalada de sinrazón que nos va a llevar a un mal puerto sino lo paramos a tiempo. Nos hemos transformado en una panda de insolidarios acampados en el límite del racismo y con unas tendencias que se aproximan demasiado a aquello de la Europa de preguerra ¿no nos bastó y sobró con una vez?¿Es que no hemos aprendido nada?. 

Y lo más gracioso es lo que nos están vendiendo como la causa por la que debemos odiar a los que se juegan la vida por venir a intentar ganársela. Creo que nadie se cree la mentira esa de que vienen “para vivir a cuerpo de rey” o “vienen a quitarnos el trabajo”. ¿Guerra contra la inmigración porque es un peligro para la economía y pone en peligro el futuro? Mentira cochina! Nos cuentan que existe una verdadera avalancha, cosa que tampoco es verdad (ya ves tú que cosas). Todos saben que este 2018 estamos registrando el menor flujo migratorio desde 2005, según ACNUR. Aquel año entraron en nuestras fronteras más de un millón de inmigrantes, y este 2018 apenas si llevamos 43.000.  Ya me dirá Salvini, Orbán o todo el que le apetezca dónde está el gran drama que nos quieren hacer ver. 

Por otra parte, parece que no queramos aceptar la realidad, pura y dura. Aunque seas tan inhumano de no querer recordar la foto de Ayllan, ni ver la miseria y la penuria de miles de semejantes, ni querer ayudar un poco a los que están muriendo en el mar por intentar no hacerlo en su tierra por lo menos acepta que Europa necesita a los emigrantes como el comer, literalmente. Vivimos en un continente envejecido, con una tasa de natalidad que roza el ridículo y que va a necesitar de todos los que llegan y los que puedan llegar para poder sostener su esquema económico. Esos llegados son la mano de obra que necesitamos para que todo pueda seguir funcionando. ¿No lo estás viendo? ¿No será que la derechona prefiere tener menos gente para explotarla mejor? Fue en este momento cuando mi amigo Paco puso los ojos en blanco y se pidió una tila.