Localizada en la constelación de Canes Venatici (los Perros de Caza), La Superba (Y Canum Venaticorum) es una de las estrellas más notables del cielo, aunque su escaso brillo hace que pase desapercibida a la mayoría de los observadores. Sin embargo, al mirarla usando prismáticos o un telescopio pequeño, su espectacular y profundo color rojo -es una de las estrellas más rojas del firmamento- justifica con creces su nombre.
Carta estelar de la constelación de Canes Venatici, donde podemos localizar la estrella de La Superba (Y CVn)
El nombre se lo puso el jesuita Angelo Secchi, astrónomo italiano del siglo XIX, y uno de los precursores de la entonces incipiente ciencia de la espectroscopía. Al observar a la estrella en el telescopio, se quedó prendado del su notable color rojo y la bautizó como La Superba (La Soberbia).
Es una supergigante roja situada a 711 años-luz de nosotros y con un radio 215 veces mayor que nuestro Sol. Es una estrella del tipo espectral C7 (es una estrella de Carbono) y su temperatura está entre los 2200 y 2700 K, muy fría comparados con los 5500 K de nuestro Sol. La mayor parte de la luz la emite en el espectro infrarrojo, invisible a nuestros ojos. Considerando este factor, la estrella tiene una luminosidad 4400 veces mayor que la del Sol. Su brillo es variable, pasando de la magnitud 4'8 a 6'3 cada medio año, aproximadamente.
Magnífica imagen de Noel Carboni y Greg Parker, elegida imagen astronómica del día de la NASA el 18 de diciembre de 2008.
La estrella ha llegado ya a su fase de fusionar Helio en Carbono, lo que explica la sobreabundancia del carbono en su atmósfera (CO, CN y C2). El Carbono absorbe con facilidad las longitudes de onda azul y violeta que emite la estrella, lo que hace que el color rojo sea más intenso en las estrellas de Carbono que en las Gigantes Rojas normales. Está perdiendo masa a un ritmo un millón de veces más rápido que el Sol debido a su intenso viento solar, y ha generado una nube de gas de unos 2'5 años-luz de radio. Se sospecha que en el pasado perdió masa a un ritmo 50 veces mayor que ahora.
Probablemente en el futuro se deshará de sus capas exteriores y formará una nebulosa planetaria, quedando en el centro de esta una enana blanca.