Una letra femenina azul pálido - Franz Werfel

Publicado el 20 mayo 2016 por Elpajaroverde
A veces el pasado viene a buscarnos. Nos silba, nos hace un guiño. Un detalle imperceptible para los otros que para nosotros se presenta cargado de significado. Algo que se cuela por las invisibles grietas de nuestra inmutable apariencia y que nos enfrenta abruptamente con quienes fuimos. Qué lejano ese yo del pasado. Qué ingenuo, qué absorbente, qué inoportuno. Nuestro yo presente no puede permitirse el lujo de presentar su joven yo a su actual vida: hola familia, hola compañeros de trabajo, hola sociedad, este es mi antiguo yo. Caras de rechazo y confusión. No encaja, no pertenece, esta no es su vida ni su lugar. ¿A qué habrá venido? ¿Qué querrá? ¿Qué nos reclamará?
"¿De dónde venía aquel terror indigno e incomprensible que sintiera minutos antes cuando esa carta lo miró de pronto fijamente entre toda su correspondencia anodina? Era uno de esos terrores que provienen de los inicios de la vida. Uno de esos miedos que no debe ni puede sentir un hombre que ha llegado a la cúspide y casi ha completado su trayectoria."

Portada de Una letra femenina azul pálido

Una carta es la que lleva al yo pasado de Leónidas al encuentro con su yo presente, una carta escrita por una letra femenina azul pálido que Leónidas reconoce de inmediato. Leónidas ocupa un alto cargo como funcionario en el ministerio de Educación y Ciencia en Viena y la remitente se dirige a él cordial, respetuosa y educadamente solicitándole ayuda para que un muchacho alemán de dieciocho años pueda estudiar en la capital austriaca. León recuerda una relación con esa mujer menos distante y sí más íntima, amorosa y apasionada. No necesita hacer cuentas para preguntarse (pues esa relación pasada y pasajera ha anidado en su interior) si acaso el muchacho para el que es inquirida su ayuda no podría ser un hijo suyo hasta entonces ignorado.
León proviene de un origen humilde. Toda su meteórica carrera se ha ido escalonando sobre la suerte aprovechada y la oportunidad ofrecida y no desdeñada. Casado con una mujer de acaudalada familia y ostentando un cargo influyente, se ha amoldado a su vida de nuevo rico con un mimetismo asombroso y digno de elogio. Se desenvuelve socialmente con escrupulosa perfección, pero la carta recién recibida hará que surjan las inseguridades y que se sienta en parte un impostor ocupando una posición y una vida que no le corresponden. Teme que todo lo que ha conseguido comience lentamente a desmoronarse.
"Yo personalmente, por ejemplo, no debo mi meteórica carrera a ningún atributo excepcional, sino a tres talentos musicales: un oído muy fino para detectar las vanidades humanas, un gran sentido del ritmo y -éste es el más importante de los tres- una capacidad de imitación extremadamente acomodaticia que, sin duda, tiene sus raíces en la debilidad de mi carácter."
El funcionario ministerial ha causado en mí una antipatía profunda. Pensé que esta se iría difuminando a medida que avanzara en la lectura pero no ha sido así. En algún momento esta se ha rebajado e incluso al cercarse el final me ha llegado a inspirar pena pero la antipatía sigue ahí. Y soy indulgente con los personajes, aunque no comulgue con ellos. Perdono sus debilidades, disculpo sus actos de cobardía, abrazo sus inseguridades. Pero es que nuestro protagonista además de todo esto cultiva la hipocresía con fino arte. Tanta fachada, tanta falsedad, ya me cuesta un poquito más de disculpar, porque cuando se quita uno la careta los débiles cimientos que hay detrás se desvanecen y no dejan ningún sostén al que aferrarse.
"En su terso rostro las rutas de acceso a la vida no estaban obstruidas ni vacías, sino que eran alegremente transitadas. Por ellas se pavoneaban sonrisas de todo tipo, de amabilidad, de burla y de buen o mal humor, así como la mentira en todas sus versiones."

Bow Tie. Fotografía de chrstphre campwell

Y a pesar de tanta antipatía no me queda otra que proclamar las bondades de esta exquisita y breve novela que nos dejó de regalo Franz Werfel. Exquisita es la prosa de este autor, que me ha recordado a la de su coetáneo Stefan Zweig, y es ella la que nos lleva, nos envuelve y nos permite asistir maravillados a cómo evoluciona esta historia hasta coronarse con un soberbio final. Por ello he disfrutado de una narración que se sustenta en el personaje del frívolo y encorsetado Leónidas. Le acompañan dos consortes magníficamente retratadas como son su esposa y su antigua amante, pero todo se relata desde la perspectiva del funcionario, recurriendo a la tercera persona y dejando en muchas ocasiones paso a reflexiones en propia boca del protagonista a través de las cuales podemos comprobar como la culpa le atenaza y mortifica.
Si alguno de vosotros se pregunta por el motivo de que el autor austro-checo eligiese a un personaje tan aparentemente poco apetecible como protagonista de una de sus novelas, le diré que el impecable, elegante y siempre correcto Leónidas no es más que el retrato de una sociedad y una época. Una Viena cúspide de la cultura europea, una Alemania que comienza a temblar y contagiar a los países a su alrededor (el chico alemán para el que se solicita ayuda es de origen judío), el final de centroeuropa tal y como era conocida y el principio de una nueva época.
Todo es un efecto dominó en el que el empuje de una ficha lo echa todo a rodar. Así opera esa letra femenina azul pálida en León y así obra también la prosa de Werfel en nosotros. Ese azul pálido me transmitió reminiscencias de algo suave, elegante, cadencioso, también sutil, y tal vez la mano femenina creadora de esa letra contribuyera a reafirmar esas impresiones. Reconozco que lo del título fue amor a primera vista y la preciosa portada el alcahuete perfecto. Tras el idilio aquí os lo dejo por si alguno lo quiere recoger por tentarle descubrir cómo se maneja el cincuentón Leónidas con su culpa y si decidirá aprovechar la oportunidad de redimirse que le ofrece su yo pasado. Yo aquí me quedo pensando si recibiría de buen grado al mío propio o si aquella que alguna vez fui vendría a aprobarme o a reclamarme. O mejor me dejo de tanto pensar y me dedico a vivir de verdad. Solo así se obtienen ganancias para saldar las deudas pasadas.
"¡Qué atroz manía de funcionario esa de buscarle motivaciones a todo, de fundamentarlo todo! ¿No reside acaso la verdadera vida en lo imprevisto, en la inspiración del instante? Corrompido hasta la médula por el éxito y el bienestar, ¿no se le habría olvidado a sus cincuenta años lo que era vivir de verdad?"

Roses 2. Fotografía de Allan Henderson


Ficha del libro:
Título: Una letra femenina azul pálido
Autor: Franz Werfel
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2015 (1941)
Nº de páginas: 144