Dicha así la cosa parece que la ley puede resolver el problema cada día más agudo y espinoso: el de vivir. Pero con más modestos alcances el Decreto Ley a cuya publicación en la "Gaceta" vamos a dedicar un breve comentario, facilita el medio adecuado para remediar en las grandes poblaciones la crisis de la vivienda. La ley de las casas baratas cuyo conocimiento falta en un gran número de familias españolas, había resuelto el problema para lograr que con el ahorro y la protección del crédito un obrero pudiera llegar a vivir en casa propia, más por las condiciones fijadas por la ley, quedaban fuera de los beneficios que ésta proporciona, aquellas familias que son precisamente las más necesitadas de una vivienda limpia y alegre; las familias de la clase media. El problema se avivaba, por la absurda determinación de los contratistas que al levantar una casa, la hacían de suerte que por su ornamentación y por su renta, quedaba fuera del alcance de las familias modestas con presupuestos limitados. En Madrid las clases medias han tenido que cobijarse en los cuartos infectos de casas viejísimas o aliarse con otras familias para entre todos, sostener el presupuesto de la renta del piso. Yo conozco una familia que ha reunido en un hermoso piso de quinientas pesetas mensuales de renta, a un matrimonio, a otros tres matrimonios de hijos del primero, un hijo soltero y un hermano de los padres soltero también. Es decir, que son seis los presupuestos de ingreso que atienden a satisfacer la necesidad de una vivienda. El hombre de la clase media es el trabajador intelectual y para él está más indicado que para nadie el reposo, la vida de familia en paz, la alegría y la distracción sana en el cariño de los suyos, al volver de su trabajo o de sus ocupaciones abrumado con la fatiga que tanto causa el espíritu, o necesitado de un gabinete de trabajo confortable, alejado del resto de la familia donde pasar las horas sacando el posible fruto de su inteligencia, para transformarlo en minutas de honorarios o en rendimientos que le permitan decorosamente sacar a su familia vida adelante de privaciones y trabajos. La inteligencia, el calro talento, la fina sensibilidad de un político nuevo, el sub-secretario de Trabajo, señor Aunós, ha remediado en parte esta pretención de la ley de casas baratas y ha logrado ver publicado su complemento en la "Gaceta" con un decreto ley sobre casas económicas. Los tipos de construcción y de renta son desde luego mucho más elevados que los de las casas para obreros, pero en un distinto plano, el mecanismo es idéntico; empleo del crédito para la construcción y fijación del tipo de renta para convertirla en amortización del capital. Procede que de esta ley se haga una amplia propaganda para que la conozcan todos los que no leen la "Gaceta" para que comprendan, aquellos a quienes se quiere beneficiar, lo mucho que la disposición legal favorece. Nuestra legislación es modelo de previsiones, pero está muy atrasada en realidades. Y es porque, llegado un caso como este, se prescinde de la propaganda que es como preescindir de la aplicación de la ley.
Juan de Alfarache
Diario Palentino, 17 de Agosto de 1925