Los astrónomos calculan que esta lluvia de estrellas dejará en el cielo entre 100 y 400 meteoros por hora, lo que la convierte en una de las lluvias más importantes del año, comparable con las prolíficas Perséidas de agosto.
El nombre de esta constelación del árabe (alta) y del latín (camelopardali) que significa "camello - leopardo", ya que, antiguamente se pensaba que este animal era fruto del cruce de un camello y un leopardo.
Para poder identificar esta constelación y a su vez contemplar la lluvia de estrellas debemos buscar entre las constelaciones Cassiopea y Osa Mayor, la cual tampoco se esconde nunca bajo el horizonte. Es una constelación muy desconocida por parte de los aficionados a mirar el cielo nocturno, y ello no es por ser una de las últimas en incorporarse el la bóveda del cielo estrellado, si no por su aparente carencia de vistosidad. Sus estrellas más brillantes casi no se pueden ver a simple vista, si no se miran desde un lugar muy oscuro, aunque esta carencia de estrellas resplandecientes no hace que la Jirafa sea una figura inventada, para rellenar una zona vacía de los cielos del norte, sin ningún interés sino que recibe su nombre del camello bíblico, en el que Rebeca va en búsqueda de Isaac, para convertirse en su esposa.