Hace aproximadamente un año (quizás haga más pero a veces la sensación del tiempo con algunas cosas se diluye) llegó por casualidad a mis manos la anterior novela de Alejandro Palomas. No era una novela que me llamase especialmente la atención.
Nada sabía de su autor y poco había oido sobre ella, pero en una de esas ocasiones que vas mirando por la estantería a ver cual será tu próxima lectura, mi vista se paró en su lomo, era como si me estuviera llamando y yo no fui capaz de resistirme.
Cuando llegué al final de El tiempo que nos une, cuando todavía estaba abrazada a la novela con esa cara que se nos queda tras algunas lecturas, supe que no iba a ser la única ni la última novela que leería de este autor. Me había ganado totalmente y nuestra relación escritor/lector iba a durar en el tiempo.
EL AUTOR
SINOPSIS
"El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.
Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido.
Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera… Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión".
MIS IMPRESIONES
Muchos de los que han leído Una madre (casi podría asegurar que todos), cuando después han intentado utilizar las palabras para reflejar sus sensaciones han coincidido en una cosa: que difícil es ponerse delante del papel y escribir la reseña de esta novela, plasmar todo lo que se quiere decir de ella. Y yo no puedo estar más de acuerdo.Es tanto lo que transmite, lo que te hace sentir y cómo lo hace que es prácticamente imposible expresarlo en unas líneas, y más si no tienes facilidad para la escritura.
Sí, toda, este año no va a faltar nadie.
Amelia está feliz porque al fin va a tener reunidos a todos, como a ella le gusta, y como quisiera sucediese en más ocasiones. Aunque en el ambiente pueda flotar el fantasma de las cosas mal dichas, que no se saben decir o que no se dicen (para que así no existan), que se esconden o que se tratan de olvidar.
Y nerviosa, también estará nerviosa, porque es consciente de lo mucho que los miembros de esta familia se quieren, o precisamente por eso, y sabe que la noche no va a ser fácil y más en una fecha como esta.
Cómo he reconocido aquí a mi madre y ese afán de intentar juntarnos (aunque a veces no lo consigue) en cuanto puede a todos. Bueno, en esto y en algunas cosas más.
Pero también yo me he visto reflejada en esta novela: como madre, como hija y como hermana. También como pareja, pero esa es "otra sangre".
Siempre que un autor utiliza la primera persona en sus novelas consigue hacer la historia y los personajes mucho más cercanos al lector, pero en este caso, en Una madre ésto es totalmente innecesario ya que la forma de escribir y transmitir de Alejandro Palomas y los personajes que crea consiguen que sea algo totalmente circunstancial.
Porque los personajes de Alejandro Palomas son tan reales, tan vivos, tan de carne y hueso, tan llenos de aciertos y desaciertos, de virtudes y defectos, con tanto agaje a sus espaldas, que es imposible que el lector no se involucre en la historia, no forme parte de ella, no se reconozca a si mismo, o alguno de sus seres más próximos, no se emocione, no ría y llore con ellos.
"Todos hemos sido algo que muchas veces explica lo que somos ahora"
Unos sentimientos que nos envolverán también a nosotros, que nos calarán y que en más de una ocasión nos darán un revolcón consiguiendo que nos ahoguemos, que se nos haga un nudo en el estómago y nos suba a la garganta y no nos deje respirar, y se nos saltarán las lágrimas, pero el autor, igual que sabe, muy bien, llegar a nosotros y provocar esa sensación, con gran maestría y sin que chirrie en ningún momento, o suene extraño, sabe romper esa sensación, sacarnos de esa angustia y hacernos sonreir y quizás hasta reir, con esas formas de llenar de ruido la estancia que tiene Amelia, con esas formas de llevar la conversación a otro lado y romper la tensión, con esa ironía fina que se gasta el autor, tan difícil de utilizar y que él domina manejándola con precisión.
Hasta este momento sólo había hecho referencia de pasada al escenario. Un escenario importante. Una celebración navideña, pero no cualquiera. La noche de fin de año. Un año que acaba, un día que termina, una noche dónde en muchos lugares se tiran los trastos por la ventana o se queman, y que se da paso a un día que se inicia, un año que comienza, buenos propósitos. Una vida nueva.
Al terminar las páginas de este libro inmediatamente me vino una palabra a la mente: ¡¡Gracias!!
GRACIAS (con negrita y con mayúsculas) a Alejandro Palomas, por esta novela y también por haber sabido reflejar de esta manera que una madre siempre es una madre. Da igual como sean sus hijos a los acepta sin juzgarlos, da igual lo que hagan, lo que pidan o lo que ella intuye que piden, lo da todo por ellos, se ahoga para que ellos no lo hagan, adivina lo que tienen, lo que les pasa y lo que no, lo que callan y cuando hablan que lo que dicen no es exactamente lo que expresan sus palabras, que espera a que sea el momento apropiado para escuchar y para hablar, y ... muchas cosas más. Alejandro ha sabido transmitir la esencia de una madre y como nunca deja de serlo. Una Madre.
"Yo he perdonado a mi marido. A vuestro padre no"