La madre de la chiquilla recuerda que durante los seis años que fue al colegio de la parroquia no tuvo ningún problema, pues los dos autobuses que iban al centro educativo a recoger a los alumnos se colocaba cada uno en un sitio fijo e iba directa hacia él y nunca se equivocaba. Sin embargo, desde el inicio de este curso, en que dio el salto al instituto, empezaron los problemas, por lo que la progenitora pide que se la ayude situando al autobús en un punto concreto, que esté lo más cercano posible a la salida del recinto educativo, para facilitarle su localización, pues en la actualidad los buses se sitúan según van llegando.
En caso de que eso no sea así, tendrá que seguir preguntando a los choferes o buscando entre la hilera de buses de las diferentes rutas que van a recoger a los estudiantes, una labor que en jornadas de lluvia no es del agrado de la pequeña, que no puede ver los carteles de esos autobuses desde lejos, pues sólo ve a 50 centímetros de distancia. “Cando vai acompañada doutras persoas non ten problemas, pero tampouco ten que depender sempre delas, cando penso que se poden facer ben as cousas, simplemente deixando un oco para o autobús diante do portal do instituto”, dice González.
Del mismo modo, la madre afirma que “penso que non pido nada descabellado, non é un capricho. Teñen que poñerse na situación da miña, que aínda que é diferente pode estar no mesmo mundo que todos se a axudan”. Y defendió su insistencia en su demanda al manifestar que “todos os intentos ata o de agora non fructificaron, pero se non loito pola miña filla, mellor é que deixe de respirar”.
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