Una maldición real

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No se trata de superstición, esta que les traigo hoy es una maldición real, una que nos afecta a todos y que ha llevado miseria, violencia y muerte a muchos países del mundo. Siempre he creído que lo peor que puede pasarle a un pueblo es descubrir petróleo (también oro, diamantes, coltán o litio), eso genera la llegada de quienes se disputan su extracción y cuentan con la tecnología para transformarlo y transportarlo, dejando las tierras esquilmadas y a sus poblaciones en medio de conflictos bélicos. Basta nombrar a Venezuela, Iran o Irak, para entender que los pueblos "bendecidos" con pozos de petróleo no parece que hayan podido disfrutar de bienestar, justicia económica ni paz.

Además, este capitalismo nuestro se ha empeñado, con mucho éxito, en hacernos olvidar la historia de casi todo. Esto es lo que busca enmendar el cómic La maldición del petróleo (Norma), con guión de Pécan y dibujo de Blanchard. Editado en 2021 es la brutal historia de cómo surge el negocio del petróleo. Quizás en estos días hayan leído o escuchado los diferentes ganadores de los Premios Nobel. Esta familia se hizo millonaria en Rusia, allá por 1840, por medio de la venta de armas. Los hermanos Alfred, Ludvig y Robert fueron empresarios e inventores. El primero de ellos descubrió la dinamita y es el impulso de los premios que conocemos hoy, mientras que los otros dos fueron los creadores de la compañía petrolera que terminó por apagar la "llama eterna" que veneraban los lugareños en Bakú, Azerbaiyán, y que, como se imaginan, lo único que indicaba es que había un gran yacimiento de petróleo en las profundidades, con el que los empresarios se encargaron de acabar. A partir de ahí, en el cómic aparecen más nombres conocidos como Diesel, Ford, Rockefeller o Rothschild.

No quiero contarles más, para no restarle interés a este cómic que abre muchas puertas, porque no puede profundizar en casi nada, pero que, con un dibujo maléfico, oscuro y diría que gótico, deja muy claro que el petróleo es una maldición real, por mucho que haya contribuido al desarrollo, y que son muchas las manos que emponzoñan los pozos.