Una manera diferente de celebrar las fiestas nacionales

Por Insane Mclero @insanemclero

Conocer culturas diferentes, hacer nuevas amistades, explorar un país antes desconocido para mí, compartir piso, hacerlo todo por mí mismo, afrontar situaciones duras lejos de tu gente de siempre. Son situaciones que me han hecho crecer como persona y que me han aportado cosas, que poco a poco y en un proceso que aún continúa, me irán marcando.

Esta última semana se ha celebrado en Bulgaria la fiesta nacional dedicada al día de la Independencia. Mi primera toma de contacto fue cuando en todas las calles principales, a la salida de los supermercados y por todas partes, fui encontrando tenderetes donde vendían unas pulseras y colgantes hechos de hilos rojos y blancos que a simple vista me parecieron feísimos. Fue poco después cuando en unas de las clases de búlgaro que imparten en la universidad, mi profesora nos dio la magnífica noticia de que ese fin de semana era la fiesta nacional de Bulgaria y que teníamos cuatro días de fiesta. Nos explicó que aquel era un día muy especial para toda la gente del país y que su figura más representativa era "Baba Marta", representada en esas pulseras y muñequitos rojos y blancos que no había parado de ver por todos los rincones y que, según nos dijo, atraen la buena suerte mientras las llevas. También supimos que era una celebración que nació para despedir el invierno y dar la bienvenida a la primavera. Aunque eso, la verdad, lo encontré un poco fuera de lugar porque por estas latitudes aún hace bastante frío.

Después de introducirnos en el contexto histórico de la celebración de la fiesta nacional, la profesora nos entregó una pulsera a cada uno de los alumnos y nos deseó feliz Baba Marta.

Los días que siguieron pensé que seguramente las fiestas de Bulgaria serían, como en España, celebraciones estatales en las que la mayoría tampoco se implica demasiado. Pero resultó ser todo lo contrario. Los días previos podías ver por la calle cómo la gente, sin conocerse, saludaba a aquel que se le cruzara con una de las pocas palabras que entendía del idioma: "Baba Marta". Y se paraban en los puestecitos para adquirir pulseras que se regalaban unos a otros. Confieso que me sorprendió muchísimo y me recordó a la manera de celebrar la Navidad: la gente colgaba "Baba Martas" en las puertas de sus casas, se desplazaba para visitar a la familia y compartir la celebración y todos se sentían muy orgullosos de su día de la Independencia. Y ese orgullo lucía en sus muñecas en la forma de las pulseras blancas y rojas.

Era imposible no contagiarse de aquel espíritu positivo. Imposible no sentirse, como sentía yo en aquel momento, feliz de haber podido vivir tan de cerca un día tan especial para los búlgaros. Gracias a Babá Marta y a la alegría que se respiraba en la calle volví a pensar, otra vez, que la hospitalidad y el deseo de compartir con los demás es, seguramente, lo que más me gusta de este lugar que cuanto mejor conozco, más me gusta.