Estás sentado junto a un arroyo que fluye tranquilamente en el campo. ¿Es primavera y la vida es verde y húmeda? Sentados en una roca, las imágenes y los sonidos del agua que fluye comienzan a trabajar de manera misteriosa en su sistema nervioso.
Gradualmente, con la simple repetición de la canción del agua y la belleza armoniosa del entorno natural, los miles de impulsos electrónicos de su cerebro comienzan a descargarse en el aire que absorbe la tensión.
Todas las preocupaciones, problemas y proyectos, que habían llenado tu mente a la capacidad de explosión, comienzan a desaparecer.
No hay nada que tratar de averiguar ahora, nada que decidir.
Las flores te consuelan silenciosamente con su perfecta paz y armonía.
El aire fresco tintinea en sus pulmones y su cabeza se vuelve clara.
De alguna manera te sientes sedado, como si las fuerzas de la naturaleza hubieran conspirado para ponerte a dormir, para tranquilizarte.
El viento masajea tu cuerpo con caricias de frescor mientras el sol desata tus músculos con un calor penetrante.
No hay nada que hacer, ni a dónde ir ni nada en lo que pensar. Solo recuéstate y absorbe las vibraciones pacíficas que fluyen en cada parte de tu ser, susurrando.