Una menopáusica ¿asesina?

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Ya que he desvelado con el título un aspecto importante del libro que les voy a recomendar, les confieso que es de 2010. Los que me conocen bien no esperan que yo escriba sobre novedades, hace tiempo que decidí rebelarme contra el sistema de mercadotecnia editorial que nos pone títulos en las manos, con la misma rapidez pasmosa con la que otras obras perecen por la trituradora del olvido. A mí me gusta que las novelas me encuentren y para eso hace falta tiempo. Así que es ahora cuando descubro al detective Arturo Zarco que, como se imaginarán, no padece la menopausia, en la que por lo visto es su primera aparición en el mundo literario, la obra Black, black, black, de la escritora madrileña Marta Sanz, publicada por Anagrama. Hoy me he enterado que, de hecho, este Zarco, un investigador que descubre su homosexualidad ya entrado en carnes y que mantiene una relación atípica con su ex mujer, en realidad ya está muerto, porque Sanz acaba de escribir el tercer y último libro de sus andanzas. No es que me dé pena, porque a mí lo que me gustaría es que la escritora iniciara una saga con otro de los tres personajes que narran la historia de Black, black, black. A Arturo Zarco lo contratan para investigar un asesinato sin resolver, la muerte de una mujer, Cristina. Sus padres están convencidos de que el culpable es el viudo, así que Zarco acude al edificio para charlar con él y, de paso, conocer a los variopintos vecinos que todo buen patio posee.

A partir de aquí se desarrolla una novela negra brutal, sórdida, con referencias al cine y la literatura que dieron fama a grandes personajes de este género y, sobre todo, una conciencia clarividente de que la violencia, la brutalidad y el engaño no es sólo cosa de psicópatas, porque todos vivimos inmersos en relaciones personales muy particulares. Pero yo venía a hablarles de una menopáusica, una de las vecinas que pasa por el filtro de presunto culpable del detective y su ex mujer como el resto, y que me representa ese día de furia, esa semana, ese mes de ira en el que yo también he querido acabar con media humanidad, y a la otra media igual la dejaba para más tarde. Es esa sensación de abandono, de estupidez que te asfixia, de fracasos, de éxitos que nadie comparte, de besos perdidos, de carne que se desmadeja, de cuerpo que engorda inexorable, de maltrato médico, de tensión social, de machismo apabullante...

Puff, qué ha gusto me habría quedado yo si... Marta Sanz, por favor, necesitamos que nos pongas más de este tipo de luz en nuestras vidas.