Durante varias semanas he ido entrando y saliendo del extenso libro Una mente prodigiosa, de Sylvia Nasar, en la traducción de Ricard Martínez i Muntada (Random House Mondadori, Barcelona, 2002). Es la historia de John Forbes Nash, el famoso premio Nobel cuya vida quedó popularizada (y desvirtuada) por la famosa película de Hollywood. Tengo que reconocer que acudí a biografía tras conocer la interpretación de Russell Crowe, pero luego he descubierto que la vida auténtica de Nash se parece al largometraje como una cebolla a un transistor. De todos modos, me ha encantado la experiencia, porque el volumen de Nasar es una maravilla: documentado hasta la paranoia, redactado con solvencia, acompañado por atinadas imágenes…Me alegro mucho de haberlo leído y de haberme enterado de detalles tan llamativos como que la tesis doctoral de Nash (de donde arranca la Teoría de Juegos) tenía apenas 27 páginas, que el lenguaje Basic fue inventado por John Kemeny (ayudante de Einstein) o que en la existencia de John Nash hubo más desarreglos sexuales y creencias extraterrestres de las que sugiere la edulcorada versión hollywoodiense.Una frase de la autora, que podría colocarse en los tablones de avisos de las aulas universitarias: “La época de los estudios universitarios es un período en el cual muchos patitos feos descubren que son cisnes”.
Durante varias semanas he ido entrando y saliendo del extenso libro Una mente prodigiosa, de Sylvia Nasar, en la traducción de Ricard Martínez i Muntada (Random House Mondadori, Barcelona, 2002). Es la historia de John Forbes Nash, el famoso premio Nobel cuya vida quedó popularizada (y desvirtuada) por la famosa película de Hollywood. Tengo que reconocer que acudí a biografía tras conocer la interpretación de Russell Crowe, pero luego he descubierto que la vida auténtica de Nash se parece al largometraje como una cebolla a un transistor. De todos modos, me ha encantado la experiencia, porque el volumen de Nasar es una maravilla: documentado hasta la paranoia, redactado con solvencia, acompañado por atinadas imágenes…Me alegro mucho de haberlo leído y de haberme enterado de detalles tan llamativos como que la tesis doctoral de Nash (de donde arranca la Teoría de Juegos) tenía apenas 27 páginas, que el lenguaje Basic fue inventado por John Kemeny (ayudante de Einstein) o que en la existencia de John Nash hubo más desarreglos sexuales y creencias extraterrestres de las que sugiere la edulcorada versión hollywoodiense.Una frase de la autora, que podría colocarse en los tablones de avisos de las aulas universitarias: “La época de los estudios universitarios es un período en el cual muchos patitos feos descubren que son cisnes”.