Una mentira para entrar en guerra

Por Mneudecker77 @mneudecker

La historia está llena de ejemplos de casualidades o accidentes que son utilizados como excusa para iniciar una guerra. No se suele ir al combate por ellos, ya que existen generalmente causas mucho más profundas que preparan el terreno, pero son perfectos para convencer al público y justificar las futuras batallas. Es lo que ocurrió en el verano de 1964. Un incidente más bien cómico en alta mar terminó meses más tarde con los soldados estadounidenses patrullando por la selva vietnamita y años después con la derrota más humillante para los EEUU.
Era el 4 de agosto de 1964 en alta mar. El destructor estadounidense USS Maddox surcaba el Golfo de Tonkín a solamente 11 millas (18 kilómetros) de la costa de Vietnam del Norte, el estado comunista fundado por Ho Chi Min tras su victoria sobre los franceses en 1954. Al Maddox le acompañaba otro barco de guerra americano, el USS Turner Joy. Era de noche. Oscura y en plena tormenta. Los marineros estaban muy nerviosos. Navegaban delante de un país hostil. Sabían que no eran bienvenidos allí, ya que su misión era provocar.
Dos días antes, el 2 de agosto, el Maddox fue atacado por unas patrulleras norvietnamitas mientras patrullaba la costa. El barco estadounidense estaba protegiendo a unos barcos pequeños de vietnamitas del sur que asaltaban la costa de sus hermanos comunistas del norte para hacerles daño, y acabó envuelto en una refriega. Los norvietnamitas dispararon al destructor, pero solamente consiguieron salir malparados: cuatro norvietnamitas murieron y varios fueron heridos, mientras que los estadounidenses no sufrieron ni una sola baja.

USS Maddox.


El Gobierno de los EEUU presidido por Lyndon B. Johnson reaccionó mandando una nota de protesta al Gobierno de Vietnam del Norte, una medida que los más belicistas en Washington consideraban una muestra de debilidad y más en un año electoral. Johnson, demócrata, se iba a enfrentar con el republicano y ultraderechista Barry Goldwater. Los asesores demócratas sabían que los republicanos utilizarían este choque para atacar a Johnson y para tacharlo de blando con los comunistas. Había que corregirlo.
 Caos en alta mar
Volviendo a la noche del 4 de agosto, los barcos de guerra Maddox y Turner Joy estaban navegando en plena tormenta frente a la costa norvietnamita cuando de pronto los sistemas de radar de ambos buques dieron alarma. Las sirenas sonaron y todos ocuparon sus puestos de combate. Según el radar, decenas de pequeñas embarcaciones habían rodeado de pronto a los barcos americanos y se disponían a atacarlos. El Maddox maniobró y apuntó. Hubo disparos, se lanzaron torpedos, pero no se alcanzó a nadie. Y es que no había nadie a quien disparar excepto el Turner Joy, que por poco escapó de ser hundido por su compañero de misión.

Lyndon B. Johnson

La tormenta, la oscuridad, la ansiedad de los marineros o todo junto hicieron creer que habían sido atacados. Pero no fue así. Ni un solo barco norvietnamita había molestado a los buques de EEUU aquella noche. Los radares se habían estropeado y los marineros, ya nerviosos, se habían puesto histéricos. No hubo agresión, pero daba igual. La excusa era perfecta.
Al día siguiente este incidente bastante humillante para los americanos se convirtió en un ataque en toda regla para el público de los EEUU. El presidente Johnson ordenó ataques aéreos de venganza contra objetivos norvietnamitas y, lo más importante, aprovechó el clima de indignación en su país para conseguir que el Congreso y el Senado aprobaran una ley, llamada Resolución del Golfo de Tonkín, por la que el presidente tenía las manos libres para usar todos los métodos militares necesarios contra Vietnam del Norte. Era una declaración de guerra sin serlo.
La excusa fue muy bien utilizada por Johnson. Barrió a su rival Goldwater en las elecciones de noviembre, y además tenía vía libre legal para hacer en Vietnam lo que quisiera. Creía que ya no habría obstáculos y que los comunistas que luchaban en Vietnam del Sur contra un régimen militar protegido por los EE UU tenían los días contados.
Pero el incidente del Golfo de Tonkín consiguió lo contrario. Vietnam del Norte, que prácticamente no intervenía en el sur para evitar precisamente un ataque de EE UU, ya no tenía razón para no hacerlo y envió a su ejército a apoyar a los rebeldes del Vietcong. En pocos meses el régimen militar del sur solamente controlaba las ciudades, el resto del país era zona comunista. Para evitar la caída del régimen Johnson envió a los soldados norteamericanos de infantería. La guerra se había descontrolado. Diez años después, los últimos helicópteros de los EE UU huían de los tejados de Saigón.