Se les veía felices sentados en la terraza de aquel pequeño hostal a las afueras de Jaisalmer, en pleno desierto del Thar. Acababan de llegar cargados con sus mochilas y despreocupados apuraban el café a la espera de conseguir una habitación. El reloj apenas marcaba las 9 de la mañana y el calor ya comenzaba a ser sofocante.
Ni tan siquiera nos alojábamos allí, pero el amable dueño nos había invitado a utilizar la pequeña piscina de su hostal siempre que quisiéramos. Habíamos terminando el desayuno cuando la pareja de recién llegados nos abordó para preguntarnos acerca de las posibilidades del lugar. Pronto entablamos conversación, quizá no fueron ni 5 minutos, no recordamos sus nombres ni tan siquiera de que país venían, pero fue tiempo suficiente para quedarnos prendados. Llevaban casi 2 años viajando alrededor del mundo, cada día reinventado su vida, cada día diferente al anterior.
La primera reacción fue de admiración por su valentía y por qué no decirlo, envidia por tener la suerte de convertir su sueño en realidad. Un sentimiento que se resumía en una pregunta retórica: ¿Quién pudiera hacerlo? Regresábamos de nuevo a casa después de un intenso mes y casi sin quererlo comenzamos a buscar respuestas para descubrir que aquella aventura utópica no tenia nada de extraordinario y que poco tenia que ver con el valor, la suerte o el dinero. Todo se resumia en una toma de decisiones, escoger unas cosas y renunciar a otras. Inmediatamente la respuesta a aquella primera pregunta se transformó en otra: ¿y por qué no?
Cuando todo parece preestablecido, salirse aunque sea un poco de la hoja de ruta, es como adentrarse en lo desconocido, donde el vértigo te bloquea e impide tomar decisiones. Arriesgar supone asumir que a veces se pierde. Conseguir dar con la solución a esa primera pregunta, superar nuestros miedos, nos ha llevado 7 años de decisiones. Será tan solo una breve parada en el camino en la que intentaremos recorrer el mundo ligeros de equipaje. Renunciaremos a nuestro “confort”, a la seguridad de la rutina, pero a cambio viviremos la incertidumbre de la aventura y la sensación de libertad al levantarnos cada día en un lugar diferente… porque es duro fracasar. Pero es mucho peor no haberlo intentado.
No se trata de una huida, ni un punto de inflexión, ni tan siquiera creemos que vaya a influir en nuestra forma de pensar. No seremos los primeros ni los últimos. Ni somos más atrevidos o intrépidos que otros. Se trata tan solo de una decisión, tan sencilla y muchas veces complicada como escoger entre vivir para trabajar o trabajar para vivir.
Nosotros saldremos a vivir, a descubrir y a aprender. Coleccionaremos recuerdos. Algunos aspiraremos a captarlos con nuestra cámara, la mayoría sólo quedaran en nuestras retinas. Imágenes que intentaremos reflejar con palabras en este espacio, donde compartiremos nuestras reflexiones, opiniones y experiencias. No edulcoraremos la realidad, esta será una historia de hostales mugrientos, largas esperas, duros caminos y adversidades. También de paraísos lejanos y altas montañas, de malos y buenos momentos… y tal vez alguna aventura.
“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.”
Lao-tsé, Filósofo chino.