Con toda probabilidad, la historia personal de James Tiptree Jr. sea una de las que más me ha impactado descubrir en los últimos meses. Reconozco, con algo de vergüenza, que poco más apenas de su nombre conocía hasta el momento, sobre todo gracias a menciones externas de autoras como Ursula K. Le Guin en El idioma de la noche. Sin embargo, Una mirada a Alice B. Sheldon ha suplido en cierta forma mi falta de conocimiento, en una tarea encomiable por parte del todo el equipo de Crononauta. Dando la bienvenida al lector con un prefacio que explica la vida de la autora a cargo de le traductore Carla B. Estruch, cada una de las tres historias viene acompañada de un estupendo postfacio de Elena Lozano que da, más aún, un contexto tanto a la historia como a la vida de Alice B. Sheldon.
Considerada una de las mayores escritoras de ciencia ficción del siglo XX, la antología elaborada por Crononauta pone a nuestra disposición tres de sus historias más conocidas: «Houston, Houston, ¿me recibes?» y «Esterilidad forzada», y la inédita «Lo mejor que podemos hacer». Remata la faena el ensayo «Una mujer escribiendo ciencia ficción», escrito poco antes de la muerte de Sheldon y que resulta de lo más interesante como colofón final. Todas ellas funcionan como una muestra de su trabajo a lo largo de los años, con historias desgarradoras, desoladoras y de cierto aire pesimista, acompañadas de una ilustración de Chari Nogales como separación.
Crudeza, pesimismo y sentido de la maravilla
Leer las historias de Tiptree ha sido como una bofetada a mano abierta en la cara. Y de las que duelen un tiempo. Primero, por que el lenguaje que utiliza es crudo y explícito, describiendo escenarios de pura violencia. Por ejemplo, en «Esterilidad forzada», esta sensación es implícita de la ambientación que describe, donde la autora desarrolla una situación de violencia contra las mujeres a causa de un supuesto virus. Segundo, por la continua apreciación de cierto pesimismo en cada historia. Quizá en «Lo mejor que podemos hacer» solo sea cierta nota agridulce en su final, pero las otras dos historias son oscuras, duras y aterradoras, hablando de cuestiones universales pero desde una mirada apesadumbrada en la que sabes que todo va a terminar mal.
Sin embargo, el sentido de la maravilla impera en cada una de las tres historias, aunque más si cabe en «Lo mejor que podemos hacer». Ciencia ficción espacial, pura y dura, donde una joven piloto adolescente de lo más curiosa se embarca en un viaje repleto de sacrificio y amistad que la llevarán en su nave espacial por recónditos parajes.También se percibe este sense of wonder en «Houston, Houston, ¿me recibes?», una historia extraña, más por su estructura que por su planteamiento, que involucra a unos astronautas perdidos en el tiempo y su regreso cientos de años más tarde a una civilización totalmente cambiada.
Rabia, feminismo y clarividencia
El estilo de Alice B. Sheldon es cortante, fuerte y agudo, casi parco en descripciones, sincronizando la ciencia ficción dura con el cyberpunk en ciertos momentos. Se entiende mejor dicha crudeza a través de los postfacios en Una mirada a Alice B. Sheldon, donde se resuelve como la propia autora plasmaba todas sus inquietudes personales en cada historia. Historias que rebosan ideas feministas validas y relevantes hoy en día, como ese virus llamado machismo que padecemos en nuestra sociedad y mata a tantas mujeres cada año visto en «Esterilidad forzada». Pero que tratan también temas universales que la inquietaban, como la identidad de genero, el estereotipo masculino y femenino o la clonación. El ejemplo de todo ello lo pone el ensayo final, «Una mujer escribiendo ciencia ficción». Un cierre perfecto del libro, donde la propia autora cuenta y argumenta, con su habitual destreza y sarcasmo, a modo de testamento o confesión, toda su desgarradora historia.