Una movilidad urbana sostenible requiere planificación

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

La movilidad guarda una interacción doble con el sistema socioeconómico: no sólo es una actividad generada o derivada de las necesidades sociales y económicas, sino que, a su vez, las consecuencias de la movilidad se expresan en numerosos aspectos socioeconómicos.

Así, la movilidad tiene que ver con la localización espacial de actividades, viviendas, equipamientos, también con la distribución de los núcleos urbanos y su tamaño, y no nos podemos olvidar de los deseos y formas de comportamiento colectivos y con el modo de estar en el espacio y disfrutar del territorio.

La movilidad está, por tanto, estrechamente relacionada con las políticas de fondo que moldean el sistema social, económico y medioambiental, de esta forma, políticas como las educativas, de salud o comercio, que pudieran inicialmente parecer ajenas a la movilidad, tienen también repercusión en el modelo de desplazamientos.

En efecto, estas políticas pueden tener como criterio la proximidad, es decir, la atención de las necesidades con equipamientos y servicios lo más cerca posible de la ciudadanía que los va a utilizar

Pero, en sentido inverso, las consecuencias de la movilidad también se extienden a una gama enorme de facetas del estilo de vida y de la sostenibilidad y, por tanto, el modelo de movilidad es determinante de los conflictos y soluciones que deben afrontar otras políticas.

Aunque las consecuencias más conocidas se incluyen en el ámbito ambiental, que cuenta ya con una larga trayectoria de herramientas técnicas y legales para la evaluación de los impactos de otras políticas, se va también abriendo paso la necesidad de reflexionar en el mismo sentido desde otras perspectivas como puede ser la salud.

En definitiva, para poder cambiar de rumbo hacia un modelo de movilidad sostenible, se requiere comprender e integrar el conjunto de relaciones de la movilidad con otras políticas que, simultáneamente, conforman los desplazamientos y reciben los resultados de éstos.

Se trata así de sistematizar las conexiones entre los planes y estrategias de los diferentes departamentos de cada nivel de la administración, y en concreto, desde el ámbito municipal existen diversos planes relacionados de modo más o menos estrecho con la movilidad sostenible, que veremos a continuación.

Aparte de estos planes, cabe señalar que pueden existir otros numerosos tipos de programas o estrategias, de los que se están dotando los gobiernos locales para afrontar diferentes conflictos o preocupaciones sociales, que se unen a los anteriores para establecer una compleja red de vínculos con la movilidad sostenible y su principal herramienta, los planes de movilidad sostenible municipal o comarcal.

Todo ese conjunto de instrumentos de la planificación y la decisión pública están abocados a converger y conformar un cuerpo conjunto que evite duplicidades de esfuerzos o contradicciones en los planteamientos.

Entre todos ellos, cabe destacar los siguientes:

Planificación urbanística

La planificación urbanística, en la medida en que determina la ordenación y características de los usos del suelo, es la clave en la configuración de la demanda de movilidad y, por tanto, de un modo indirecto, es capaz de orientar o desviar el modelo urbano y de movilidad hacia pautas más o menos sostenibles.

En este sentido, criterios como el de la densidad, la mezcla de usos, el crecimiento (en especial en torno de las estaciones de transporte colectivo) son aspectos que influyen muy directamente en el modelo resultante.

La concepción de las infraestructuras de la movilidad peatonal o vehicular, las tipologías edificatorias, la relación entre espacio público y edificación o la estructura del espacio público, son otros elementos definidos en el planeamiento urbanístico que configuran el modelo de los desplazamientos.

Pero, además, la planificación urbanística se traduce en normativas que establecen cualidades de la vialidad peatonal o, también, oportunidades para la pacificación del tráfico y la promoción de la bicicleta y el transporte colectivo.

Todo ese conjunto de herramientas de la planificación urbanística que determinan la movilidad debe vincularse a la propia concepción y planificación de la movilidad, existiendo 2 caminos principales.

El primero consiste en elaborar integradamente el planeamiento urbanístico y el de la movilidad, así algunas normativas y legislaciones autonómicas empiezan a exigir un estudio, plan, programa o capítulo de movilidad sostenible que garantice la consideración de las consecuencias del modelo urbano propuesto sobre los desplazamientos de personas y mercancías.

El segundo, y para el planeamiento vigente, la opción consiste en aprobar su modificación para introducir los con-tenidos de planes de movilidad integrales o sectoriales.

Planes de accesibilidad

La normativa de accesibilidad y supresión de barreras, desarrollada en las últimas décadas por los territorios está teniendo una enorme influencia en el tratamiento del espacio público y, por tanto, en las condiciones de diseño sostenible y gestión del viario para la movilidad.

Por ejemplo, el concepto de itinerario peatonal ha llegado antes y con mayor contundencia a la legislación de accesibilidad que a la urbanística.

La legislación ha dado lugar a la redacción de Planes de Accesibilidad (y supresión de barreras), los cuales se solapan indudablemente con los urbanísticos y los de movilidad.

A pesar de que estos planes han estado con frecuencia muy centrados, en lo que se refiere al viario, a la supresión de las barreras más evidentes (bordillos en cruces, escalones, muebles urbanos que interrumpen el paso, anchuras mínimas de aceras …), su capacidad de intervención es enorme, pudiendo transformar también otros condicionantes y barreras, que resultan invisibles para una parte de la población, y que dificultan las posibilidades de los modos de movilidad más sostenibles.

En definitiva, los planes de accesibilidad pueden ser instrumentos de gran utilidad para un nuevo modelo de movilidad si atienden no sólo a las barreras más evidentes, sino a la configuración del espacio público en su globalidad.

Planes de acción de agendas locales

La falta de integración de las variables ambientales en el urbanismo condujo, al igual que en el caso de la legislación de accesibilidad, al desarrollo de un ámbito técnico, político y social de intervención propio: los estudios de evaluación ambiental y las Agendas Locales, con sus diagnósticos y planes de acción correspondientes.

La amplia experiencia existente en España de elaboración de las Agendas 21 Locales ha mostrado que la movilidad urbana es un elemento recurrente de preocupación y de actuaciones.

El malestar referido a los problemas causados por la movilidad se expresa en los diagnósticos de las agendas y se traduce en propuestas de acción que no sólo remiten a planes de movilidad sostenibles, sino que apuntan a soluciones o iniciativas de transformación del modelo de movilidad.

A pesar de que los planes de acción tienen una dimensión jurídica y administrativa muy diferente a la de los planes de accesibilidad, su importancia social y política es relevante y, en consecuencia, permiten poner en marcha la redacción de documentos más concretos, por ejemplo, planes de movilidad o planes específicos para el peatón, la bicicleta y el transporte colectivo, así como medidas de calmado del tráfico y otras relacionadas con la seguridad vial.

Planes de seguridad vial urbana

Estos planes tienen por objeto la reducción de la siniestralidad en la movilidad urbana.

La mayoría de ellos, sin importar el ámbito de aplicación, coinciden en plantear acciones de reparto más equitativo del espacio vial, pacificar el tráfico, fomentar los medios de transporte más sostenibles y aumentar la protección de los peatones, ciclistas y personas con movilidad reducida, aspectos todos ellos que se solapan con los planteamientos de los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS).

Planes de calidad del aire

La última normativa está encaminada a obligar a realizar dichos planes a los municipios y localidades en los que se superan determinados niveles de contaminantes.

Dado que la movilidad tiene una incidencia muy significativa en la calidad del aire, estos planes incorporan un número considerable de medidas dirigidas a reducir los impactos de la movilidad, tanto en el corto plazo (implantando medidas de gestión como puede ser la gestión variable de la velocidad) como en el largo plazo (con medidas relacionadas con el urbanismo y la ordenación del territorio).


Finalmente, y después de este breve repaso sobre la planificación de la movilidad sostenible en nuestras ciudades, es necesario recordar que la incorporación de los conceptos de movilidad y sostenibilidad en la gestión urbana conlleva una transformación profunda del modo de abordar las necesidades de desplazamiento de la ciudadanía.

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