UNA MULTA POR MAL GUSTO, por Piti Ferrer

Publicado el 28 julio 2013 por Catalega @Catalega
Hay cosas en ésta vida que son una prolongación de nuestra personalidad, como por ejemplo nuestros coches y la higiene de los mismos. Con esto no quiero decir que haya que ser un maniaco obsesivo de la limpieza. Pero, de tenerlo impoluto a poder escribir “MI DUEÑO ES UN MARRANO”, hay un término medio. Esa es otra, ¿por qué la gente cuando ve la luna trasera de un coche con tres dedos de polvo no se puede resistir a sacar el dedito y escribir la frasecita de rigor? Porque el fondo es el mismo, solo cambian las formas en plan: “guarro, lávame”, “mi dueño es un guarro”... ¡¿Y qué hace luego con el dedito el que escribió la frase?! ¿Chupárselo? Así que si el dueño es un guarro, el que escribe también. Quién sabe, quizás sea un sistema rudimentario antirrobo del dueño del coche, porque los sucios, generalmente, no los roban. O quizás sea un espanta enamorados que, pese a que les encantan dejar sus mensajes de amor del tipo “te quiero” (demasiado visto) o “Pepe te amo”, las babas no las sueltan en esos capos. Ahora bien, como de lo negativo hay que sacar cosas positivas, he llegado a la conclusión de que los coches sucios (y sobre todo sus lunas) son lienzos en blanco ecológicos para que practiquen los futuros artistas.  ¿El culpable de esto? Scott Wade que con un pincel y agua es capaz de liarte esto en el coche. Que puedo decir… pintoresco es, original también y peculiar por supuesto. Pero, si por circunstancias de la vida aparco mi coche en una calle, ese día está sucio, y, a la vuelta, ¡me encuentro esto! Se me queda la cara como un cubo de rubik y, encima, ¡fijo que me multan!